Lo que Bungie consiguió con el Jefe Maestro es algo poco dado en estos tiempos modernos. Quizás en otros tiempos en los que el videojuego era algo mucho menos «maduro» (por decirlo de alguna manera) que ahora, resultaba mucho más normal eso de que cada compañía llevara asociada una mascota que terminara asociándose a su imagen de marca. Los más clásicos ejemplos los tenemos en Nintendo con Mario, Sega con Sonic y, más lejanamente, a PC Engine (nuestra Turbo Grafx) con Bonk, el cabezón protagonista de BC-Kid. Sin embargo, con la llegada de las máquinas de 32 bits parece que comenzamos a perder esa costumbre. Dudo mucho que a la Jaguar de Atari, al Amiga CD32 o a 3DO se le pueda encontrar algo susceptible de llamársele mascota, mientras que a PlayStation ni siquiera ese marsupial llamado Crash Bandicoot podía acercarse al concepto en su más pura esencia.

Sin embargo, el Jefe Maestro consiguió ese puesto al poco de asomarse a la vieja Xbox. No lo hizo de manera tímida, sino aupándose de sopetón entre los mejores first person shooter de la historia del ocio electrónico, motivando a propios y extraños a comprar la nueva consola de cara a poder disfrutar de ese maravilloso videojuego que era Halo. No obstante, es cuanto menos interesante ver hasta dónde ha llegado su legendario protagonista, un tipo que a priori parece huir de cualquier atisbo de carisma. Apenas habla, va ataviado con una armadura (que más bien parece un disfraz de astronauta) que no deja ver nunca su rostro, apenas sabemos algo de sus orígenes… El Jefe Maestro es un completo desconocido que, fíjense ustedes, caló hondo en la comunidad de jugones.

Analizando al detalle la situación, resultaba sencillo ver que no era sino todo el conjunto de Halo lo que terminaba haciendo grande al héroe de la aventura. La épica de Halo, a pesar de los tópicos, estaba fenomenalmente escrita, cimentándose sobre un universo coherente y detallado a tope. No era de extrañar que aparecieran novelas expandiendo la historia, complementándose a las mil maravillas con las inevitables secuelas que, como no podría ser de otra forma, todo usuario de Xbox acabaría esperando como agua de mayo.

Ahí se descubriría una faceta apenas explorada por los primeros compases de la franquicia, que no es otro que el multijugador. El primer Halo, que vio la luz antes de que se implementara el servicio Xbox Live, hacía un buen uso de la pantalla partida, amén de haber fomentado aquello de conectar en red local varias consolas. Pero ya con el online de Microsoft funcionando a tope, la saga sentó unas bases jugables que apenas se han alterado en las actuales entregas. Muchos hemos sido los que pasamos interminables sesiones en línea paseándonos por los maravillosos escenarios de combate del juego. Otras veces, no había nada más divertido que dividir la pantalla en cuatro y tener una «noche de Halo» al más puro estilo «Big Bang Theory».

Sabido es que la travesía del Jefe Maestro se ha convertido en el emblema más visible del sello Xbox. Era por consiguiente necesario que Halo tuviera algún tipo de presencia en el nuevo hardware… pero, con todo lo que hay en juego en esta guerra de consolas, Microsoft no se podía permitir el lujo de hacer las cosas a la ligera. A la espera de la próxima entrega de la serie, la compilación que hoy nos ocupa es sin duda un buen motivo para hacerse con Xbox One. Y es que, sin contar con Halo Reach y Halo ODST, tener en un solo lanzamiento los cuatro juegos de la saga es algo a todas luces irresistible.

Los dos primeros títulos llegan de la mano de Saber Interactive, los autores del más que subestimado Inversion. El título original llega con las formas que ya vimos en el Halo Combat Evolved Anniversary de 360, pero a 1080p y moviéndose a sesenta imágenes por segundo. Por contra, Halo 2 ha sido adaptado para la ocasión a la alta definición, con nuevas texturas y un bagaje poligonal a la altura de las circunstancias. Se mueve a treinta imágenes por segundo, pero es el precio que pagamos por manejar de forma simultánea el nuevo engine y el antiguo (pulsando un botón podremos alternar entre la nueva versión y la clásica). Como plus comentar que nos libramos del «castellano neutro» que torturara nuestros pabellones auditivos hace justamente una década.

Ruffian Games (responsables del poco apreciado Crackdown 2) se han encargado de convertir Halo 3 y Halo 4 a la nueva generación. Y el resultado es maravilloso, sobre todo en el caso de la cuarta entrega, que pasa perfectamente por un juego pensado directamente para Xbox One. Hay costuras que, a pesar de los 1080p, se le nota a la tercera parte, pero Halo 4, como buen lanzamiento de última hornada que fue en 360, resulta de lo más contundente. A ello ayuda el verlo moverse a sesenta imágenes por segundo, siendo sin duda el máximo aliciente de cara a este genial Master Chief Collection.

Queda hablar de un multijugador que, la verdad sea dicha, todavía no hemos tenido ocasión de probar, debiendo dejar nuestro parecer para otra ocasión. Pero sí podemos decir y bien alto que los contenidos locales de Halo Master Chief Collection son el regalo perfecto para cualquier fan del Jefe Maestro, además de resultar una pieza ineludible para todo aquel que quiera disfrutar de un first person shooter (de cuatro en este caso) históricos e incunables. Un buen número de extras redondean un lanzamiento que todo usuario de Xbox One debería tener en su estantería. O, como estimo que pasará en caso de que no tengas esta consola, te empujará de manera salvaje a hacerte con una. Así es el Jefe Maestro.

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