La aparición de Sonic Mania ha sido poco menos que una revolución para todos los fans de la vieja Sega que, de alguna manera, respiraban por el advenimiento de un nuevo juego que por fin hiciera justicia a los tiempos en los que Megadrive y el popular erizo azul eran sinónimos de calidad. Y no es para menos, después de años, años y años de decepciones. No hablamos de juegos “malos” en el más estricto de los sentidos, pero sí nos encontrábamos con un cúmulo de mediocridad ante lo que se podría esperar de un icono que antaño se daba codazos de sana rivalidad con Super Mario. Al fin y al cabo, y dejando atrás las excelencias de aquellos Sonic Adventure que tanto bien le hizo al catálogo de Dreamcast, títulos como Sonic the Hedgehog (2006), Sonic Unleashed (2008) o el más reciente Sonic Boom: Rise of Lyric (2014) parecían hacer más por enterrar a la mascota que retomar la grandeza de sus aventuras en los 16 bits.

A este respecto, parece mentira que el mejor de los Sonic de estos últimos años es un título como Sonic & All-Stars Racing Transformed (desarrollado por Sumo Digital), que como bien dice su nombre, es un juego de carreras. Y excelente, por cierto. Pero ni siquiera los intentos del propio Sonic Team eran capaces de resolver el feo estigma de sacar por fin un ejemplar decente, ni mimetizando las viejas maneras. Sonic 4 ─realizado por Dimps y fallidamente publicado en forma de episodios─ era evocadoramente clásico, pero languidecía en lo que a inspiración se refiere. Y Sonic Generations cumplía a la hora de homenajear al viejo Sonic, pero al final prevalecía (y no entendemos por qué) la ejecución “moderna” que tantas y tantas veces ha demostrado no convencer a nadie.

¿Acaso el erizo ya no daba para más? ¿Su mecánica clásica ya no tenía cabida en la actualidad? ¿O es que, directamente, los profesionales de Sega son incapaces de llegar hasta donde Yuji Naka y su equipo llegaron en la década de los 90? Parece claro que ciertas directrices no se terminaban de orientar en el sentido correcto, después de que cada ilusionante nuevo proyecto terminara derivando en videojuegos con muy poco a destacar. Y es aquí cuando llega el momento de mirar a la comunidad, de contemplar ya no solo lo que desea el aficionado, sino lo que hace el propio aficionado. Si tenemos en cuenta que han salido juegos realizados por fans cuya calidad es como poco digna de elogio… ¿por qué no derivar el desarrollo de un nuevo Sonic a sus manos?

Y así ha sido. El primer nombre a sonar fue el de Christian Whitehead, más conocido en los entornos del desarrollo como “Taxman”. Famoso en el terreno de los fan-games, Whitehead llamó la atención de Sega realizando una prueba de conversión del genial Sonic CD a iPhone. Su trabajó pasó del feo “cease and desist” desde Sega a desarrollar de forma oficial la traslación de los dos primeros Sonic (de Megadrive, por supuesto) y de Sonic CD a sistemas como Xbox 360, PlayStation 3 y plataformas móviles. También entran en liza los estudios independientes PagodaWest Games y Headcanon, que con un buen currículum en la comunidad fan de Sonic se encargarían del apartado audiovisual, de apoyar en la programación y del más que importante diseño de niveles, algo esto último en lo que el título que ahora mismo nos ocupa brilla con especial intensidad. Así nacía Sonic Mania, con la firmeza que otorga en venir de manos ya no solo experimentadas o talentosas, sino de corazones que aman el icono del que se les ha responsabilizado. Así lo ve el mismísimo jefazo del Sonic Team: «un proyecto apasionado que ha nacido del amor de nuestros fans por los juegos clásicos de plataforma 2D de Sonic».

Dicho y hecho: Sonic Mania es lo que cabría esperar de una auténtica continuación de los Sonic originales en un marco de circunstancia efectivamente continuista con la tecnología de entonces. Quizás este hecho no hubiese sido bien acogido hace diez años, pero ahora, con el píxel nuevamente de moda, se antoja perfecto para la metodología lúdica de siempre. Para que os hagáis una idea, Sonic Mania vendría a ser lo que hubiese sido un Sonic 4 lanzado ─en su momento, claro está─ para la Saturn de Sega, aprovechando las ventajas que ofrecía esta máquina en lo que al 2D se refiere e incorporando de vez en cuando algún que otro llamativo efecto 3D. Pero, sobre todo, haciendo magia con un maravilloso trabajo en los bitmap y sprites que se dejan seducir (y con agradable mesura) por rotaciones, scalings y demás bonitos efectos difíciles de ver en una Megadrive, amén de una suculenta mejora en los cuadros de animación con respecto a lo ya visto en 16 bits.

El respeto por la parafernalia de los dos primeros Sonic es contundente; y los sutiles añadidos no hacen más que redondear un apartado gráfico maravilloso, una vuelta a “aquellos años” engalanada de lujo. No iba a ser menos todo lo relacionado con el sonido y la banda sonora, que continúan con el respeto por bandera. Si bien los fx son los mismos de antaño (e incluso los nuevos suenan a FM), las melodías han sido arregladas por Tee Lopes de forma prodigiosa, trasladando a la actualidad tonadillas absolutamente inmortales. El andamiaje de tan artesanal trabajo audiovisual se sostiene por un factor lúdico que a todas luces supera lo esperado, con unos niveles que ─menos mal─ apuestan mucho más por el buen plataformeo que por la loca velocidad de un Sonic desenfrenado. El diseño de todas y cada una de las largas fases es tan genuino como soberbio, no falla nada, y son un verdadero placer en términos de jugabilidad y rejugabilidad. Esto sin contar los notables enfrentamientos con los jefes, las innumerables sorpresas y homenajes y, cómo no, los jugosos extras.

Sonic Mania es, por fin, el Sonic que los verdaderos fans de la franquicia se merecían tras tanto loco infortunio. Igualmente, estamos ante un juego más que capaz de volver locos (en el mejor de los sentidos) a los que en su vida han tocado un Sonic, donde se toparán de bruces con un plataformas de corte clásico que roza la excelencia en todos y cada uno de sus aspectos. No obstante, el hecho de que aparezca en pleno 2017 de esta guisa y tras demasiados despropósitos por parte del Sonic Team, cabe preguntarse si estamos exagerando… Pero nada más lejos de la realidad: Sonic Mania es delicioso. Y es que no siempre se puede decir de un videojuego que es fruto del amor.

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