Menuda les cayó encima a los pobres de Ninja Theory cuando desde Capcom les propusieron dinamitar al antiguo Dante para renovar la serie. Era su oportunidad para brillar y hacerse reconocer más allá de anteriores proyectos que, siendo más que notables, injustamente han terminado pasando por la memoria colectiva con más pena ni gloria. Y no es precisamente por falta de buen hacer, porque nombres como Heavenly Sword o Enslaved no eran precisamente moco de pavo. A pesar de la envidiable resolución del caso DmCDevil May Cry─, en el recuerdo únicamente parece perdurar el drástico cambio que tuvo su icónico protagonista, circunstancia capaz de eclipsar el eco de lo que sin duda era (y sigue siendo) un juego sobresaliente.

¿Cuál es el camino de Ninja Theory para llegar a un Hellblade que está convulsionando los entornos del desarrollo independiente? En todo caso, el factor Devil May Cry es digno de mención en el sentido de que una empresa europea llame la atención de una gran multinacional como Capcom para trabajar en una de sus franquicias bandera. Esto es más destacable aún si tenemos en cuenta de que, por aquellos entonces, el historial de estos autores es ciertamente corto, si bien todas y cada una de sus obras son lo suficientemente destacables como para decir mucho más de lo que cuentan las ventas. Comenzaron bajo el nombre de Just Add Monsters con el divertidísimo Kung Fu Chaos (exclusivo de la primera Xbox), siguieron con el espectacular Heavenly Sword (para PlayStation 3) y realizaron para Namco Bandai el hermosísimo Enslaved. Devil May Cry aparte, algunos trabajos alimenticios en la serie Disney Infinity y un llamativo brawler para iOS ─Fightback─ completa el currículo de una pequeña empresa ciertamente experimentada. Poco más debo añadir si os cuento que, entre sus filas, existe un importante grueso de lo que era el mítico equipo Argonaut Software.

Y de repente, llega Hellblade: Senua’s Sacrifice. Decir que es impresionante a todos los niveles es quedarse ridículamente corto. Definirlo es aún más difícil que ser justos con su grandeza. Esta vez sin el apoyo de las grandes compañías, Ninja Theory ha realizado la que sin duda es su obra más personal, más íntima. Y a la vez más contundente y revolucionaria. Y no por esto penséis que se trata de una obra con “espíritu independiente”, sin los valores de producción que hasta ahora han acompañado a todos y cada uno de los trabajos de esta empresa. De hecho, Hellblade es, a nivel audiovisual, uno de los videojuegos más potentes de lo que llevamos de generación, siendo sin ningún lugar a dudas uno de los lanzamientos más espectaculares del presente año en lo que a gráficos y sonido se refiere.

Caben matices en aquello que llamamos “indie”, y más aún cuando la propia Ninja Theory ha llegado a definirse de esta manera. Entendamos por indie toda aquella empresa que trabaja sin ataduras fijas con una gran corporación. Los autores de Hellblade han firmado en su momento con casas como Microsoft, Sony, Capcom, Namco Bandai o Disney… ¡poca cosa! Y efectivamente, ahora se han autopublicado, han buscado ellos mismos la financiación y presumen de haber realizado el lanzamiento que nos ocupa con un equipo de unas 20 personas. Pero no se habla de la profesionalización del equipo, de los desarrolladores externos contratados, de la creación del Senua Studio (se ha invertido mucho en plasmar un increíble estudio de captura facial y de movimiento)… Al final, Ninja Theory define a la perfección su Hellblade con la etiqueta de “independent AAA”.

Pero las etiquetas son solo eso, etiquetas. Al final lo que queda es la obra, y como tal, Hellblade es muy capaz de hablar por sí sola sin la necesidad de las diferentes zarandajas que se hagan a nivel de marketing. Hellblade: Senua’s Sacrifice es en verdad un título extraño, atípico. Por momentos parece un “walking simulator”, en ocasiones un “survival horror”, en otros momentos un remedo de The Witness, y en otros un furioso juego de combates con la dureza y contundencia de un Dark Souls. Es interesantísimo el hecho de que cada parte, cada mecánica, funciona a la perfección y cumple su función con maestría; pero cuando se contempla la fusión es francamente alucinante ver esa interacción de metodologías de juego ejecutándose como la maquinaria de un reloj suizo, realzando en definitiva lo que es una unidad de soberbia concepción.

Hellblade se ambienta en la era vikinga, con el jugador ejerciendo el rol de una guerrera celta que, luchando contra sus demonios mentales (plasmados rigurosamente en base a la aportación de neurocientíficos y de personas que sufren psicosis), se embarca en una onírica misión para luchar por el alma de su difunto amante. La obsesión y la locura de una Senua que escucha voces que alteran y dirigen su destino es en sí uno de las más fascinantes premisas jugables y narrativas de Hellblade. Estos susurros en no pocas ocasiones harán de guía… pero una guía que habrá que intuir, que adivinar, casi como aquellas sutiles señales (luces, pinturas) que en otros juegos nos dicen el camino a seguir. Aquí para ello se hace más que recomendable jugar con unos auriculares puestos, ya que el efecto tridimensional conseguido, además de impresionante, es un elemento importantísimo de cara a la jugabilidad.

El resto de elementos de Hellblade es casi secundario al lado de esto, pero ahí están rezumando perfección. La exploración no deja de ser lineal, pero la sensación de viaje, de progreso, es notable. Los enigmas repiten esquemas continuamente, pero igualmente se denota una curva cuya ascensión es tan trepidante como desquiciante. Y los combates son brutales, contundentes y muy duros, con una Senua que abandona sus miedos y se convierte en una guerrera diestra y con sed de sangre; y que, sin embargo, debe seguir escuchando las voces de su quebrada cabeza para determinar cómo salir airosa de alguna particular refriega.

En definitiva, y sin querer ahondar más en lo que es un sorprendente desarrollo que debe cogeros de nuevas sí o sí, Hellblade: Senua’s Sacrifice ofrece muchísimo, por más que sus ocho-nueve horas de juego puedan antojarse breves. Ninja Theory, quizás conscientes de lo que pueda suscitar este tiempo de juego, ha puesto a la venta su obra a un precio muy apetecible, y que sin duda alguna hace que se convierta en una adquisición poco menos que imprescindible. Cuando lleves a buen término el sacrificio de Senua, a buen seguro tendrás la firme sensación de que has participado en uno de los mejores videojuegos de la presente generación. Quizás es decir demasiado, pero me juego el pescuezo a que te dejará huella en el mejor de los sentidos.

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