Lego Star Wars: El Despertar de La FuerzaLos juegos de Lego vuelven a la saga que les dio la fama y el favor de los usuarios. Con todo lo que ha llovido desde las primeras entregas desarrolladas por TT Games en los mundos de Star Wars, volver unas generaciones después a su particular enfoque multigénero es una curiosa experiencia. Se comprueba que ha habido cambios, y también mejoras, pero no en lo sustancial; modo historia, juego libre, coleccionables, minijuegos y las más recientes incorporaciones de escenarios abiertos. Si algo está bien, no lo toques, parece ser el lema. Y no faltan razones.

Ya está. Ya tuvo que venir el flipao de los juegos de Lego a decir lo de siempre. Que si la mezcla de géneros, que si el sentido del humor, que si los guiños. ¿No te cansa decir lo mismo una y otra vez de unos juegos que se repiten más que el ajo? Ni servidor se cansa, ni estos juegos se repiten.  TT Games dio con una fórmula y la ha ido refinando de una entrega a otra. Casi siempre con éxito. Y eso que la fórmula no es perfecta, o al menos su ejecución no lo es, pero sobre el papel funciona. Aunque el que escribe estas líneas ha sido ferviente seguidor de estos juegos, ha pasado algo de tiempo sin probarlos a fondo, desde el excelente (pero incompleto) Lego El Hobbit. Desde entonces, varias demos por aquí y allá.

LEGO STAR WARS: El Despertar de la Fuerza

No deja de ser curioso encontrarse ahora de nuevo con esta serie, con la perspectiva que da un salto generacional y otro salto, el de haberse quedado varios títulos pendientes. Salvando las distancias, ha sido como volver a ver, meses después, al hijo o hija de un conocido. Ves muchos cambios, cosas que te has perdido del día a día, pero reconoces cosas de antaño. Y la pregunta de rigor, en el tiempo que había estado sin probar las nuevas entregas de los “juegos de Lego”… ¿cuánto había cambiado?

Pues no mucho, la verdad. Es cierto que de una entrega a la siguiente, TT Games suele introducir leves cambios de jugabilidad y alguna que otra mecánica nueva, o bien modifica alguna anterior. Y sí, ya se ha hablado otras veces de los fallos de ejecución de estos juegos, que servidor suele perdonar por la experiencia y diversión que proporcionan. Y de nuevo sí, hay mejoras y arreglos de una entrega a la siguiente, pero también suelen aparecer problemas nuevos. Problemas que, una vez más, se le perdonan. Porque la esencia de estos juegos sigue estando ahí. La fórmula funciona. Incluso en situaciones peliagudas como la de El Despertar de la Fuerza.

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Uno de los puntos fuentes de los juegos de TT Games es el contenido. Cada vez incorporan más contenido, y no solo porque hayan aumentado de tamaño y duración las fases. Desde el principio, estos juegos estaban pensados para rejugarlos, y uno se imaginaba ya en la era de PS2 y Xbox, con un esquema ya de por sí jugoso, qué podría hacerse de ampliarse éste. No resultaba difícil imaginarse nuevas entregas con franquicias de la cultura friki, que recogieran sagas completas, con sus personajes, escenarios y vehículos. Cosa que fue ocurriendo. Así, después de las por aquel entonces series completas de Star Wars, fueron pasando entre otras Harry Potter, Indiana Jones, Piratas del Caribe y El Señor de los Anillos. Es verdad que también se han ido incorporando sagas basadas en los cómics de DC y Marvel, y alguna que otra película suelta, pero este último caso no es el normal. Como tampoco lo es, aunque comercialmente resulte de lo más lógico, sacar un juego solamente de El Despertar de la Fuerza.

Es decir, es absolutamente normal sacar un juego basado en una única película, pero no es lo normal en los citados “juegos de Lego”. No cuando el usuario está habituado a títulos que recogen varias entregas en una, cosa que a priori le garantiza más horas de entretenimiento. No es de extrañar que haya quien piense que esta entrega se queda coja, sobre todo si la compara con otros títulos creados por TT Games. Los temores desaparecen al poco de empezar a jugar, afortunadamente. La verdad sea dicha, no tiene la duración, por ejemplo, del citado Lego El Hobbit; pero estamos comparando con un juego que contaba las dos primeras entregas de la saga ─desafortunadamente nos quedamos sin el DLC de «La batalla de los Cinco Ejércitos»─ y que a la cantidad de fases que reflejaban el argumento de esos dos filmes había que sumar la apabullante cantidad de pequeños sidequests que nos esperaban por el mapeado de la Tierra Media. Eso sí, El Despertar de la Fuerza no se queda corto en nada.

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El aumento del tamaño y duración de estos juegos con el paso de los años ha traído un curioso fenómeno, que debe tener varias explicaciones. Las primeras adaptaciones eran eso, adaptaciones. Se trataban de traslaciones, de la forma más literal posible, de películas al mundo Lego. Escenas que repetían ángulos de cámara, situaciones que calcaban los momentos más memorables de esas películas, pero de forma jugable. Y claro está, con alguna que otra gota del humor del entorno Lego, pero sin obstaculizar el valor principal, el de la franquicia tratada. Es más, con la introducción de voces originales de esas películas, como el caso de El Señor de los Anillos, se hacía más evidente y literal esa adaptación. Era “lo Lego” lo que se amoldaba a la franquicia en cuestión. Pero con el paso de los juegos, y al aumentar la duración, demandada por los usuarios, han cambiado las tornas. De un tiempo a esta parte, son las franquicias las que se amoldan a “lo Lego”.

Esto se traduce en que el humor, entendido como el tono y el lenguaje de estos muñecos, está mucho más presente, tanto que a alguno puede parecer que pervierte o falta al respeto de la franquicia de sus amores. Pero hay algo más importante. Ese cambio en el tratamiento, más laxo y flexible, es de agradecer, sobre todo porque permite hacer más con cada saga, sobre todo en términos de duración y cantidad de fases y misiones. Ya no solo tienen voz los personajes principales. Ahora el usuario puede recorrer escenarios más grandes en busca de pequeños pero divertidos encargos, puestos en boca de personajes secundarios o en otros casos totalmente anónimos para el fan menos acérrimo, pero que forman parte de la franquicia de marras.

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Más flexibilidad, más cosas que hacer, parece haber sido el propósito de TT Games los últimos años. Pero es que resultaba totalmente lógico. Si uno de los fuertes del juego es la rejugabilidad vinculada a la posibilidad de coleccionar personajes, de forma que atesoremos cientos en cada entrega, ¿por qué no verlos en el mapeado pidiéndonos cosas que resolver? Esto nos lo volvemos a encontrar en El Despertar de la Fuerza como uno de esos puntos fuertes del juego, una vez que hayamos hecho el modo historia, o incluso el juego libre en cada fase. Así, hace tiempo que se acabó eso de un pequeño escenario central donde poder elegir la fase para jugar, ver lo que habíamos conseguido, crear nuestros personajes y hacer alguna que otra curiosidad.

La incorporación de grandes escenarios, con bastante libertad de movimiento y acción para lo que se espera uno en estos juegos, amplió mucho las posibilidades. Aunque no siempre se ha hecho de forma correcta ─la famosa “arreglo algo viejo, se fastidia algo nuevo” de la saga─, en El Despertar de la Fuerza esos mundos abiertos al estilo Lego se han implementado bastante bien. Por ejemplo, no hace falta recorrer grandes distancias para ir allá donde se pueden comprar los extras que proporcionan las piezas rojas, o para encontrar a ese personaje que nos falta comprar. Se puede hacer, pero también está incorporado en los menús del juego. O sea, que durante la partida (aunque no en todo momento) se puede acceder al menú de selección de personajes y, allí mismo, comprar el que nos falta y necesitemos para una tarea concreta por su habilidad. Lo mismo pasa con extras del tipo imán de piezas, o puntuación multiplicada; desde el menú de personajes se puede comprar y activar. Este ahorro de tiempo de juego, que en momentos podía fatigar y hartar, es una de las mejoras introducidas en las últimas entregas por TT Games.

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Hay otras que hemos visto últimamente, y que se suman a otras decisiones de control que tienen que ver con la cantidad de cosas que los creadores quieren que hagamos, pero que no siempre han estado bien implementadas. Las secuencias de plataformas de estos juegos daban más de un quebradero de cabeza al jugador, por la falta de control en ciertos momentos del salto o de la cámara idónea para hacerlo a salvo. Es una de esas situaciones en los que TT Games, como en el pasado, ha cortado por lo sano y ha dejado esos segmentos de plataformas y saltos en un mero QTE para que no haya frustraciones. Expeditivo, pero resultón. Y a otra cosa. El hecho de que estos juegos estén dirigidos al público infantil se aprecia en el aumento progresivo de los citado QTE para determinados propósitos. Ya no es solo para una pelea cuerpo a cuerpo, también para abrir puertas hay que realizar sencillas ─quizá demasiado─ combinaciones de botones.

Pero las novedades que influyen más en el desarrollo de este juego son dos. Por un lado, la posibilidad de elegir qué se construye en ciertas instancias. Uno de los momentos típicos de todo juego de Lego es romper varios objetos y encontrarse piezas para montar un dispositivo que permita avanzar. En El Despertar de la Fuerza nos encontraremos momentos en que el juego nos da a elegir qué montar con esas piezas. Algo que podría haber sido un bombazo por la libertad de elección que proporcionar se queda a medias, pero es bastante satisfactorio. La mayoría de ocasiones la elección se reduce a montar un objeto que tiene su gracia pero no permite avanzar, y luego el objeto de la otra esquina de la pantalla que sí es el que permite pasar a la siguiente escena. Pero hay momentos más interesantes, que ojalá sean un avance de lo que pueda dar de sí en el futuro esta mecánica: tenemos varios objetos que montar, pero que forman parte de una secuencia o cadena, además contrarreloj.

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Así, montamos un objeto que permite una acción, y mientras se desarrolla ésta, montamos el segundo objeto para que la acción continúe, y así hasta concluir la secuencia completa. La otra novedad importante es la fase de acción de disparos con cobertura. Los juegos de TT Games son famosos por mezclar géneros, entre ellos la acción, pero no era lo predominante, sino más bien un mal necesario para conseguir lo que se quiere en cada fase. Esta vez parece que se quiere tomar más en serio la acción, y para ello se ha optado por un modo cámara al hombro, con fases de disparo. Bastante más logradas de lo que cabía esperar, no solo por la acción en sí, muy bien resulta, sino por el apartado visual que luce mucho más con el cambio de perspectiva. Además, es más que recomendable ─y satisfactorio para el fan─ jugar esos momentos con un personaje ducho en la Fuerza, porque resulta todo un espectáculo.

Con esos cambios, la jugabilidad gana en coherencia. Puede que alguno se rasgue las vestiduras, reclamando por qué TT Games deja pasar tanto tiempo hasta que introduce cambios tan agradecidos. No es que los anteriores juegos estuvieran faltos de esto o aquello, más bien es la traída y llevada fórmula, que mientras funcione parece que impida experimentar más de la cuenta. Otro punto donde brilla El Despertar de la Fuerza es en las batallas aéreas. Ya en las anteriores entregas basadas en Star Wars se veía el mimo que los creadores ponían, pero es que esta vez han conseguido una de las fortalezas del juego, con un excelente control y una espectacularidad que recuerda a los mejores juegos basados en la saga galáctica.

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Otro apartado que han resuelto ─a medias─ es el de los vehículos, que encadena con el tema de la dificultad. Es sabido que estos juegos no es que sean fáciles, es que están hechos para jugar sin temores. Al menos en el modo historia. El desafío para el jugador llega en el juego libre, donde algunos minikits y piezas rojas son bastante más complicados de conseguir y requieren que el jugador pruebe de todo en cada rincón con un montón de personajes distintos, o bien que en las fases que van sobre raíles, experimente con el personaje o la nave para desbloquear lo que le falta. Ahí es donde sube la dificultad del juego. Tradicionalmente los vehículos, que en el juego libre se suelen usar para conseguir piezas doradas, también tienen su miga. Carreras con tiempo limitado, que en ocasiones desquician a más de uno por una dificultad para nada comparable con el resto del juego. Esto ha quedado más equilibrado en esta entrega, frente a otras que, a veces por el tiempo disponible, otras por problemas de control del vehículo, se hacían harto frustrantes.

En cuanto a la duración, quedaba claro que El Despertar de la Fuerza podía quedarse corto muy pronto, incluso con la célebre rejugabilidad del universo Lego. Lo que se ha hecho en este caso es añadir nuevas fases completas, que se van desbloqueando a medida que avanzamos en la historia principal. Además de aumentar la duración, sirven para rellenar huecos, estilo Lego desde luego, en lo que se refiere a eventos y personajes de la película de JJ Abrams. De esta forma, cazaremos esos peligrosos Rathtars en la piel de Han Solo, Chewie y su malograda tripulación; viajaremos con Phasma en busca de los planos del paradero de Luke Skywalker; rescataremos con Poe Dameron al almirante Ackbar de las garras de la Primera Orden; y viviremos la llegada de Lor San Tekka a Jakku antes de su fatal destino, entre otras aventuras.

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Aunque por ritmo y contenido no es el juego de Lego perfecto que los fans esperamos, o bien no llega a las cotas alcanzadas por algunas entregas anteriores, El Despertar de la Fuerza merece mucho la pena. Tiene mejoras que son muy de agradecer, y las fases extra permiten ver otros puntos de vista y otros escenarios que en la película solo teníamos de oídas. La cantidad de pequeños extras, como los personajes clásicos, o las misiones repartidas por los mundos abiertos, sirven para oxigenar y aumentar la experiencia total. Es un juego plagado de guiños y curiosidades, como es costumbre en esta serie que, con su tono cada vez más descarado y propio, sigue dando a sus fans exactamente lo que quieren. Y eso en los tiempos que corren tiene más mérito de lo que parece.

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