Assassin’s Creed Origins demostró algo muy reseñable en lo que respecta a esta saga de videojuegos: que el pasado histórico y mitológico sigue siendo un contexto magnífico para crear grandes experiencias. Y aquella entrega puso el listón muy alto con el antiguo Egipto. Dicho esto, ¿cómo se puede ir más allá? Pues mirando aún más atrás y abrazar otro gran periodo histórico: la Grecia clásica, con toda su mitología, batallas, odiseas y crónicas. ¿Ha conseguido Ubisoft superar a su predecesor? ¡Vamos a averiguarlo!
La anterior entrega supuso un gran cambio para la franquicia; no solo a nivel de mecánicas jugables, sino en lo relativo a lo argumental. Llevó la saga a un marco temporal donde el propio credo de los assassin no existía; para, de hecho, contemplar cómo nace este grupo. Es la primera vez que conocemos en un videojuego de la saga a los proto-assassin, personas como Bayek de Siwa que, sin ser oficialmente assassins, sus acciones y vidas son muy similares. Esto, dentro del lore de la saga, demuestra que sin existir un credo necesariamente, siempre ha habido assassins y, por supuesto, templarios… aunque con otros nombres. Y que, claro está, argumentalmente encaja a la perfección.
Assassin’s Creed Odyssey nos lleva unos siglos aún más lejos respecto a Assassin’s Creed Origins, concretamente al año 431 AC en la Grecia clásica. Nos tocará vivir una gran odisea con Alexios o Kassandra, ambos espartanos y descendientes del gran rey Leónidas (el principal héroe de 300 y, por supuesto, personaje real histórico). Con el protagonista que seleccionemos tendremos que explorar toda Grecia, investigando sus orígenes familiares, una conspiración y, por supuesto, el siempre enigmático misterio de la primera civilización. Por descontado, tenemos multitud de tramas, sorpresas y también la clásica trama en el presente.
No es la primera vez que en un Assassin’s Creed podemos escoger qué personaje llevar, teniendo que elegir entre un hombre o una mujer. En Syndicate controlábamos a los hermanos Frye, aunque ahí llevábamos a los dos. En Origins había momentos en los que teníamos que controlar a Aya, la esposa de Bayek, otra gran guerrera con muchas habilidades. Pero en Assassin’s Creed Odyssey es la primerísima vez que tenemos que escoger entre dos protagonistas, al más puro estilo Mass Effect. De hecho, se podría decir que este juego coge muchas cosas de la saga de Bioware… y realmente funcionan.
Salvo algunas diferencias obvias, da lo mismo seleccionar a Alexios o Kassandra: la experiencia va a ser la misma. Pero como también ocurre en Mass Effect ─y siendo un gran cambio en Assassin’s Creed─ podemos seleccionar el tipo de diálogo que vamos a usar en las conversaciones y tomar decisiones críticas que afectan en cierta forma a la trama, con ciertas consecuencias. No es tan complejo como puede sonar al principio, porque en muchas ocasiones, aunque la decisión parezca muy importante, en general el resultado será más o menos similar. El grado de similitud con la space opera de Bioware es tan grande que hasta podemos tener romances con diferentes personajes del juego.
En esto último, el tema de los parecidos con Mass Effect, ha sido bastante criticado por muchos seguidores de la saga. Y es comprensible, porque sabiendo como funciona la saga de Ubi, muchos de estos cambios no tienen mucho sentido. Es decir, lo que vivimos en el pasado en la saga Assassin’s Creed en realidad es una recreación de unas memorias genéticas. Todo lo que hacemos en los juegos en teoría son las memorias del ancestro. Son memorias fijas, no debería haber factores que cambien los recuerdos, las personas, los sucesos, etc. El juego nos ofrece como explicación que las memorias genéticas de Alexios/Kassandra son incompletas, y fue necesario usar un libro antiguo para completar los vacíos.
En la época del presente, la historia continúa con su orden cronológico. En Assassin’s Creed Origins conocimos Layla Hassan, una empleada de Abstergo (los templarios del presente) que decide por iniciativa propia investigar la historia de Bayek de Siwa. Debido a ciertos eventos, decide unirse al grupo de los assassin y trabajar con ellos. En Odyssey, después de encontrar la lanza de Leónidas y descubrir restos de ADN, decide usar el animus una vez más para ver qué puede descubrir en las memorias genéticas de Alexios/Kassandra.
En la primera toma de contacto con Assassin’s Creed Odyssey podemos ver los parecidos con Origins. Animaciones, sistema de exp/nivel, marcadores, monturas, elementos del mapa… Pero a la vez, enseguida notaremos que hay muchas cosas mejoradas ─y otras distintas─ con respecto a la anterior entrega. Un ejemplo es que en Odyssey se le ha dado mucha más importancia a la exploración sin necesidad de usar marcadores. Para encontrar determinadas localizaciones, tendremos que usar las direcciones que nos dan los personajes; un sistema muy similar al visto en juegos como Morrowind, que obligaba al jugador a orientarse correctamente. Igualmente, este sistema se puede cambiar en las opciones para ponerlo en modo clásico.
El sistema de combate también ha cambiado y mejorado considerablemente respecto a Origins. Alexios/Kassandra no usan un escudo en los combates, sino dos armas en cada mano (espadas o dagas y en la otra mano la punta de la lanza de Leónidas). Esto provoca que los combates sean más ágiles y que no tengamos que estar pendientes de bloquear los ataques con un escudo. También se mantienen las armas de dos manos, como por ejemplo las lanzas. Todo este nuevo sistema da mucha más importancia a las evasiones y los parrys. Pero sobretodo, a las habilidades de combate, que vienen a expandir el uso de de la barra de adrenalina y ataques especiales de Assassin’s Creed Origins.
Cada vez que subamos de nivel, conseguiremos un punto de habilidad que podremos invertir en una técnica especial. Muchas de estas habilidades son de combate, y las vamos a poder activar en plena batalla. Hay de muchos tipos, y todas ellas tienen un uso bastante específico y útil si se usa en el momento de adecuado. Tenemos, por ejemplo, una habilidad que rompe los escudos… y mi favorita: ¡La patada espartana, que hará las delicias de los fans de “300”! Cada uso de habilidad consume una barra de adrenalina, y esta barra se rellena a medida que combatimos (y vamos a tener muchísimos combates en el juego). Por lo tanto, podemos usar nuestra imaginación para crear una serie de combos interesantes. Y también podremos acceder a más habilidades y mejoras subiendo el nivel de la lanza.
El mapeado de Assassin’s Creed Odyssey es gigantesco. Cada región sorprende por su tamaño y la cantidad de localizaciones que hay: pueblos, ciudades, cuevas, fortalezas, etc. En casi todos los sitios hay enemigos y tendremos que decidir qué enfoque vamos a usar para completar el lugar. ¿Utilizaremos el sigilo? ¿Dispararemos a los enemigos desde lejos con el arco? ¿O iremos directamente con la espada en combate abierto? Todo lo que hagamos en el juego nos dará experiencia para subir de nivel. Pero hay que tener cuidado, no vaya a ser que llamemos la atención en demasía.
Y es que, si nos convertimos en una molestia para nuestros enemigos, nos pondrán una recompensa y diferentes mercenarios vendrán a darnos caza. Estos mercenarios de diferentes niveles son rivales peligrosos que más vale evitar al principio, pero si nos sentimos preparados, podemos derrotarlos para conseguir jugosas recompensas. Si estamos muy cercados, siempre podemos anular la recompensa pagando con dinero. Tan importante es el combate en esta entrega que vamos a poder participar en las conquistas, un proceso en el cuál podemos decantarnos por un bando u otro ─Atenas o Esparta─ y encarar un conflicto bélico que decidirá quién va a gobernar la región.
Parecido al sistema de mercenarios, tenemos una línea argumental que nos invita a buscar y eliminar a todos los miembros del Culto a Kosmos, básicamente los “templarios” de esta época y región. Pero en lugar de ser al estilo clásico de los Assassin’s Creed, vamos a tener que buscar cada miembro en todo el mapa usando pistas e identificando al objetivo. Y una vez que lo encontremos, podemos ir a por él si lo consideramos oportuno. Obviamente, esto también ayuda a avanzar en la historia, y nos dará recompensas muy valiosas. De hecho, para mejorar la lanza, vamos a necesitar fragmentos que solo tienen los miembros del culto.
Al igual que pasaba en Assassin’s Creed Origins, en Odyssey todos los enemigos dejan normalmente equipamiento, y también podemos encontrarlo saqueando elementos. En esta ocasión, aparte de armas podemos encontrar armaduras en diferentes grados, por lo que la personalización del aspecto y potencia de daño es muy alta. Y hay mucho equipamiento para descubrir y utilizar. Si resulta que encontramos un equipamiento que nos gusta pero se ha quedado desfasado, podemos mejorarlo en la herrería, como en Origins. Pero en esta entrega, esta personalización se lleva a un nivel superior.
Cada vez que subimos de nivel o superamos un reto (por ejemplo, eliminar 50 enemigos con una espada) desbloqueamos una insignia que nos da un potenciador (5% más de daño con espadas…); en la herrería podemos colocar este potenciador en nuestras armas/equipamiento y hacerlas mucho más poderosas. Esto, unido al sistema aleatorio de obtención de armas y armaduras, hace que la personalización sea enorme. Por supuesto, hay también objetos legendarios que son muy potentes, pero exigen más esfuerzo por nuestra parte o cumplir determinadas misiones secundarias.
Porque las misiones secundarias regresan con todo su esplendor. Esparcidos por el mapa, nos encontramos personajes que nos van a dar todo tipo de encargos: encontrar cierto elemento, eliminar a cierto objetivo, rescatar a una persona… Y por supuesto, también vuelven localizaciones como las tumbas laberínticas, los naufragios, las cavernas hundidas, etc. Como he comentado antes, completar todas estas actividades nos dan experiencia y además añaden muchísima profundidad al juego. Descubrir todos los secretos y completarlo todo nos va a llevar mucho tiempo.
Por si esto fuera poco, los fans de Assassin’s Creed Black Flag están de enhorabuena, porque los combates navales regresan con todo su esplendor. Grecia es una zona geográfica con muchas islas, por lo que el viaje marítimo en barco tiene mucho sentido. En un momento dado, Alexios/Kassandra consigue un barco, y con él podemos navegar por el Mar Mediterráneo. En estas travesías nos vamos a topar de bruces con piratas u otros barcos que vamos a poder atacar para conseguir un jugoso botín. En esta ocasión no hay cañones, pero sí flechas, lanzas, flechas de fuego y acometidas. Mejorar el barco es indispensable si queremos tener más posibilidades de éxito.
Algo bastante original del barco en Odyssey es que podemos contratar personajes del juego para que se unan a la tripulación. Pueden ser desde mercenarios (que en vez de eliminarlos los dejamos inconscientes), personajes que ayudamos con alguna misión, etc. Cada miembro de la tripulación tiene sus habilidades que potencian el barco (más daño con los arcos, más defensa…), por lo que poner a los miembros adecuados es muy importante. También podemos encontrar accesorios para que el barco cambie su aspecto, algo meramente estético, pero que se agradece.
Debo mencionar otra vez las conquistas, porque son bastante interesantes. Cada región, cuando llegamos, está gobernada por Atenas o Esparta; y todo lo que hagamos (eliminar objetivos en una fortaleza, robar tesoros, etc) afectará al nivel de poder del bando en esa región. Cuando estén débiles, es cuando hay que hacer dicha conquista. Y es entonces cuando podemos decidir qué hacer: si estar con el bando atacante o con el bando defensor. Sea como sea, este sistema es dinámico, y si por ejemplo el gobierno de una región ha cambiado, nada nos obliga a no volver a intentar una conquista para cambiarlo. Esto está genial, porque realmente es un sistema que regenera las fortalezas y los enemigos, de manera que siempre habrá fortalezas con tareas para completar.
Realmente, y al igual que pasaba en Assassin’s Creed Origins, solo le puedo poner un defecto a Odyssey… y es la tienda de objetos. Realmente, el juego no anda corto de equipamiento, armas y demás; pero es muy frustrante ver todo el contenido que han puesto ahí y que solo se puede obtener con puntos helix (que a su vez se obtienen con dinero real), por no hablar de las ayudas (en plan obtener más dinero extra, más experiencia, mapas que marcan donde están los elementos secretos…). No es estrictamente necesario, pero sin duda empaña lo que es de por sí un gran conjunto.
Visualmente el trabajo de Ubi es una maravilla. Tenemos unos mapeados extensos con multitud de bosques, montes, cuevas, pueblos, ciudades, jardines, ruinas, cavernas, templos, esculturas… Era difícil superar el mundo del Antiguo Egipto, pero con Assassin’s Creed Odyssey lo han conseguido. Y esto tiene más mérito si tenemos en cuenta que el nuevo mapa es un archipiélago de islas, donde el Mar Mediterráneo tiene mucha importancia. En estos ejemplos se suele entender que el agua quita bastante mapeado, pero este no es el caso. Todos los elementos casan muy bien, y además presentan un apartado visual muy trabajado. Que nadie se piense que esto es un simple copiar/pegar del Assassin’s Creed Origins. Han conseguido crear una estética e identidad propia con Odyssey.
La música ─obra del dúo The Flight─ es fantástica, y es gracioso escuchar en el menú del personaje o del mapa cómo se entona una melodía similar al tema de Ezio Auditore de Assassin’s Creed 2. Casi se puede decir que ese tema se ha convertido en el oficial de la saga, un poco como pasó con el tema del Nerevarine en Morrowind para la saga The Elder Scrolls. También los fans de las canciones que entonaban la tripulación del barco pirata en Black Flag están de enhorabuena, porque regresan aquí con todo su esplendor. Por defecto, las voces del juego vienen en inglés con su doblaje original; si queremos ponerlo en español u otro idioma, tendremos que descargarnos un archivo aparte.
En conclusión, Assassin’s Creed Odyssey mejora absolutamente en todos los apartados respecto a Origins. Y si las aventuras de Bayek de Siwa ya eran impresionantes, la odisea de Alexios/Kassandra lo sube un par de niveles más. Odyssey es un juego enorme, con muchísimas actividades para hacer. Fácilmente, si vamos a nuestro ritmo con intención de sacarlo todo le dedicaremos más de 50 horas. Es sin duda un juego obligatorio para todo fan de Assassin’s Creed, por no decir de aquellos jugadores a los que les encanten los juegos con mapeados abiertos, no lineales, con bastantes cosas por hacer y con mucha duración.