Recuerdo perfectamente mi primera toma de contacto con la saga Fallout. Era el año 1999, y en una tienda me encontré una caja con juegos de PC que estaban de oferta. Solo uno me llamó la atención: Fallout (1997), de Black Isle Studios/Interplay. Yo en ese momento no sabía nada de esa saga; simplemente, la portada me llamó la atención. ¿Quién era el personaje de la armadura? ¿De qué iba el juego? Lo compré, lo instalé y quedé totalmente sorprendido. Era un tipo de aventura totalmente novedosa para mí, espectacular pero al mismo tiempo compleja. De hecho, en mi primera experiencia con la saga no pude pasar de los primeros compases del juego…

Un tiempo después compré una revista de PC que incluía de regalo el juego Fallout 2 (1998), también de Black Isle Studios/Interplay. La secuela suponía una mejora en todos los aspectos, mientras que los niveles de complejidad y dificultad se mantenían. Pero… ¿qué ofrecían exactamente estos juegos para que se volvieran tan famosos y reconocidos en el mundillo? Una de las razones es el contexto que presentaban: un mundo post-apocalíptico después de una guerra nuclear que prácticamente ha destruido toda el planeta y extinguido a la humanidad. La saga Fallout se centra principalmente en cómo quedaron los Estados Unidos de América; nada más con este contexto que nos presentan nos podemos imaginar qué es lo que nos vamos a encontrar en estos juegos. Una situación muy parecida a la presentada en películas como «Mad Max» o similares, un claro mensaje anti-belicista que viene a avisarnos de las consecuencias terribles que puede tener una guerra nuclear.

Otra razón es que los dos juegos ofrecen un gran sistema para diseñar tu propio personaje. La asignación de puntos en el SPECIAL permite crearnos un protagonista con sus puntos positivos, sus puntos negativos y en qué se va a especializar. En ese momento es cuando entendemos que el juego nos invita a encarar las situaciones de diferentes formas. Y con ello, iremos evolucionando, usando habilidades que promueven el que vayamos subiendo de nivel, obteniendo así diferentes características. Fallout, por lo tanto, nos invitan a usar diferentes personajes. Además, estas dos primeras entregas no son lineales, es decir, no hay que seguir un esquema ABCDEFG para llegar al final de la aventura, sino que podemos ir hacia donde queramos y hacer lo que creamos oportuno. Se unen estas tres razones principales y se entiende enseguida la fama de los títulos originales. Detalles que no impidieron el que la saga entrase en una especie de limbo existencial, no siendo hasta el año 2008 cuando Bethesda, después de comprar los derechos de la franquicia, publicara Fallout 3 para PC, Xbox 360 y PlayStation 3.

Fallout 3 cambió muchas cosas; en cierto sentido fue como si The Elder Scrolls IV: Oblivion se hubiera fusionado con Fallout. Tenemos para explorar un mapeado enorme en 3D repleto de personajes y enemigos, pero a la vez también disponemos de las facetas características de la saga, como el SPECIAL, los puntos de acción, las habilidades destacadas, el karma, etc… Aunque Fallout 3 se situaba en el mismo universo, la historia se desarrollaba lejos del escenario de los dos primeros (si bien había guiños a las entregas anteriores). Aunque unos años después eso se arregló aquel con Fallout: New Vegas ─de Obsidian─ que muchos consideran la verdadera tercera entrega de la saga.

Ya en 2015, Bethesda ha lanzado Fallout 4, un RPG de aventuras y acción que recoge todos los elementos de la saga más todos los añadidos interesantes del popularísimo Skyrim para crear una mezcla totalmente atractiva. Uno de los elementos que suelen caracterizar a la saga Fallout es la situación dramática introductoria que suele rodear a su protagonista. En la primera entrega, nuestro personaje tenía que salir del refugio para encontrar un chip de agua esencial para la supervivencia de los residentes del búnker. En el segundo juego, el protagonista es el elegido para salvar el poblado de Arroyo y recuperar un aparato GECK para revitalizar el pueblo. Por su parte, en Fallout 3 salimos del refugio para buscar al padre perdido del protagonista sin saber por donde empezar; mientras que en New Vegas el héroe por accidente que controlamos se recupera de un disparo en la cabeza y debe iniciar una odisea para encontrar al culpable y recuperar lo que le ha robado. ¿Fallout 4 puede mejorar todos estos prólogos? Pues sí, y de forma bastante contundente.

El juego comienza justo en el momento previo de que comenzara la ficticia guerra nuclear que asoló el mundo en la saga Fallout, en Boston concretamente. En esta aparente situación tranquila escogemos y diseñamos nuestro personaje, que será uno de los miembros de una pareja típica americana, con un bebé y todo. Un escenario muy bonita hasta que empiezan a caer las bombas nucleares y tienen que salir corriendo al refugio 111. Los seguidores de esta saga ya saben que no todo es bonito y milagroso en lo que se refiere a los refugios de Vault-Tec… En realidad son experimentos de diferente naturaleza con los residentes. En el caso de Fallout 4 y su refugio 111, se trata de criogenizar a sus residentes el máximo de tiempo posible. Nuestro personaje se despide de su pareja ─sin saber que va a ser congelado/a durante doscientos año─ pensando que ya nada puede ir peor… ¿verdad? Craso error, la situación empeora muchísimo más, pero también nos motivará lo suficiente como para tomar acción. Es en ese momento cuando empieza realmente la aventura y nuestro viaje particular por el Boston de este cuarto episodio.

Me he extendido en el prólogo de Fallout 4 porque realmente presenta una situación muy cruda: el comienzo de una guerra nuclear, tener que abandonar todo para ir a un refugio, que te engañen y te congelen dos siglos, que lo pierdas todo y despiertes en un mundo apocalíptico… Es en ese instante, justo cuando vuelves a tu vecindario con todo destruido, cuando conectas totalmente con tu personaje y lo único que quieres es que sobreviva y consiga cumplir con su objetivo. Objetivo que, para poder cumplirlo (y sobrevivir en Boston, todo hay que decirlo), nos invita a Fallout 4 revisar los muchos cambios que incorpora esta entrega. Lo más destacable, que gustará a algunos y a otros no, es la desaparición de las habilidades. Ya no tenemos reparación, ciencia, ganzúa, sigilo, armas pequeñas, etc. Ahora solo disponemos del sistema SPECIAL y un perk/habilidad que podemos desbloquear cada vez que subamos de nivel (incluyendo aumentar en un punto un parámetro del SPECIAL). En este sentido, Fallout 4 me recuerda mucho a Skyrim (ahí desapareció el sistema de clases).

Hay que aclarar que el sistema no es tan sencillo como parece en principio. Cada parámetro del SPECIAL tiene diez perks asociadas. Y solo se puede acceder a cada nivel de perk dependiendo del valor que tenga el parámetro. Por ejemplo, si tenemos 7 en inteligencia, solo vamos a poder en principio acceder hasta el perk de nivel 7 de ese parámetro. Si queremos acceder a los tres restantes, tendremos que subir el parámetro. Por lo tanto, a la hora de diseñar nuestro personaje hemos de tener en cuenta los perks que queremos para distribuir los puntos correctamente. La ausencia de habilidades provoca otros cambios; por ejemplo, ahora el equipamiento no se estropea con el uso ─como en Skyrim─ y no hace falta repararlo. En lugar de eso, tenemos un sistema de modificación del equipamiento/armas. Esto a su vez provoca que tenga mucho mas sentido recolectar chatarra, porque la podemos convertir en recursos que podremos usar para nuestro taller. Otras habilidades como ganzúa, ciencia o las conversaciones dependerán más de los perks que tengamos o por ejemplo el nivel de carisma.

Este gran cambio nos permite no centrarnos necesariamente en un tipo de armamento, podemos usar armas pequeñas y cambiar a armas de energía o armas pesadas. La única diferencia será si a lo mejor tenemos perks asociados a un tipo de arma (por ejemplo, hacer un 40% de daño con las pistolas). Por eso también es importante pensar de antemano qué perks nos pueden interesar más a la hora de ir fortaleciendo a nuestro personaje. La recolección de chatarra no solo sirve para modificar nuestro equipamiento. También existe la posibilidad de repoblar un asentamiento con pozos de agua, alimentos, torretas de seguridad, generadores, luz, tiendas… Todos estos objetos cuestan recursos, y en algunos casos requieren energía o chapas para poder construirlos. Si gestionamos bien estos elementos, podemos conseguir que vengan más colonos a los asentamientos. Esta característica es bastante positiva dentro del mundo de Fallout, porque nos permite ayudar en la reconstrucción del mundo.

No todo se ha simplificado en Fallout 4, de hecho hay nuevos peligros que hay que tener muy presente, siendo el más importante el de la radiación. En anteriores juegos de la saga, la radiación iba subiendo en según qué lugares, y no suponía ningún problema siempre que no llegara a cierto nivel. En la entrega que nos ocupa, la radiación va reduciendo la salud máxima, y es más fácil padecerla, porque cuando los enemigos atacan, siempre nos aumentan la radiación. En esta ocasión los RadAway son indispensables, así como los perks que nos otorga más resistencia a la radiación. Y ya que hablamos de enemigos, cabe decir que los combates se han vuelto bastante más ágiles, especialmente cuando nos encontramos con necrófagos salvajes. Más nos vale en esos casos tener el VATS al máximo y un arma potente, porque si no lo vamos a pasar muy mal. Hablando de este sistema, ahora con el VATS podremos realizar golpes críticos potentes siempre que tengamos la barra llena. Por lo demás, el sistema de combate se mantiene igual que los anteriores Fallout de Bethesda.

Si queremos, nuestro personaje puede ir acompañado por un aliado; el primero que encontraremos será el perro Albóndiga, un clásico de la saga. Y como ya ocurría en New Vegas, los compañeros no pueden morir. Con los compañeros humanoides de hecho podemos establecer una relación romántica, al más puro estilo Skyrim. En general, Fallout 4 aporta mucho dinamismo, rapidez y eficacia al ya clásico sistema de juego. Aunque esos cambios indudablemente han provocado que muchas cosas se hayan vuelto más sencillas con respecto a los Fallout originales (e incluso el 3 y New Vegas), donde todo era mucho más complicado. Boston es muy grande, y está llena de localizaciones para explorar. Aparte de la misión principal, tenemos muchas misiones de facciones (algunas de ellas viejas conocidas de anteriores entregas), encargos varios más simples, etc. En general, cada localización está llena de enemigos, muchos de ellos viejos conocidos (supermutantes, necrófagos, saqueadores…), pero también nos las veremos con otros nuevos (como los sintéticos); y muy a menudo nos terminaremos topando con objetos legendarios y extraños que nos aportarán habilidades interesantes. Fallout 4 incorpora también el Radiant System de Skyrim, de manera que siempre tendremos sidequests dinámicas disponibles de diferentes personajes. En este punto debo comentar que las reacciones de las facciones y los acompañantes que podemos tener en el juego son las que determinan de alguna forma el karma del personaje (ciertas acciones gustarán a algunos personajes y a otros no). Porque por lo demás no hay un indicativo como en juegos anteriores de si has hecho una mala o buena acción. Es un aspecto que echo de menos, pero igualmente podemos decidir si vamos a ser el paladín de Boston, justo lo contrario o, simplemente, ser neutral.

A nivel visual, el juego se ve muy bien, sobre todo si lo comparamos con las entregas de la pasada generación. La mejora se nota en los modelados, siendo genial el contar por fin con un editor de personaje que nos permite realmente diseñar el aspecto que deseamos. Es algo que yo personalmente siempre eché de menos en Fallout 3 y New Vegas. Boston también se ve genial, se nota en todos los diseños que hay un avance, aunque también es cierto que la calidad gráfica no llega a la de otros juegos de la generación, como por ejemplo, Assassin’s Creed: Unity. También me gustaría destacar la banda sonora de Inon Zur; tanto el tema principal como los demás que nos acompañan cuando exploramos son del estilo de la saga Fallout, pero con un toque más de nostalgia que le va como anillo al dedo si tenemos en cuenta el contexto argumental del personaje que controlamos. Esto cambia cuando entramos en combate, la música adquiere mucho más dinamismo e intensidad. El doblaje está en perfecto castellano, y de hecho nuestro personaje por fin habla, algo bastante inusual en esta franquicia.

Fallout 4 es un gran juego que ofrece muchas horas de contenido, como es habitual en los juegos de Bethesda. Los dos únicos fallos que se le pueden achacar es que se han simplificado varios aspectos característicos de la saga y que gráficamente no es tan puntero como otros juegos de la generación. Pero quitando esas dos cosas, estamos ante un trabajo excelente. Los seguidores de esta saga, de todo su universo y sus particulares personajes ─y de los juegos llenos de opciones y posibilidades─ no pueden dejar pasar este maravilloso Fallout 4.

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