Mucho ojo a esta chulada llamada Redeemer que nos llega desde tierras rusas. Ya las primeras escenas que salieron a la palestra hace algunos meses resultaban ser todo un gancho hacia los que disfrutamos de clásicos como Double Dragon o Final Fight, llevando a la modernidad un concepto que se ha ido perdiendo por el paso del tiempo. Los que añoran la contundencia de las tollinas de antaño están ávidos de repetir experiencias similares a las de aquellos míticos arcades de salón, en los que hacer una épica campaña con los amigos, apelotonados todos juntos frente a la pantalla, era lo mejor del mundo. Y la obra que presenta Sobaka Studio parecía saber captar ese espíritu; o al menos, se veía cierta intención.
Ahora, con el juego ya instalado, Redeemer se revela justamente como lo que es: un beat’em up de la vieja escuela aderezado (de manera evidente, todo hay que decirlo) con la tecnología de hoy. No disimula de ninguna manera la influencia que en su desarrollo ha supuesto el género en su vertiente más clásica, permitiéndose también el lujo de mirar más allá y tomar claras referencias de algún que otro exponente del brawler más moderno, como buen ejemplo es aquel notable Mortal Kombat: Shaolin Monks de 2005. Así pues, queda claro que el aliciente con sabor a “yo contra el barrio” viejuno no hace más que condimentar nuestras ganas de hincarle el diente.
Una vez puestos en faena, Redeemer hace acopio de eludir tediosos tutoriales, y da paso a la acción tras de un breve preámbulo que nos pondrá al día de quién es nuestro protagonista. Vasili, que así se llama, era un tipo perseguido por su violento pasado. Parecía haber encontrado el camino de la paz en un monasterio al más puro estilo Shaolin, después de años haciendo todo tipo de trabajos sucios para una compañía de armas cibernéticas. Vasili escapa cuando la empresa quiso convertirlo en uno de sus soldados cyborgs… y ahora, dos décadas después, lo han localizado, no quedándonos otra que pegar puñetazos, patadas, machetazos y demás sutilezas para salir vivos y, de paso, vengar a nuestros amigos los monjes, convertidos en víctimas colaterales esta fea trifulca.
Para que os hagáis una idea, sus productores lo describen como una mezcla entre God of War y Hotline Miami. No obstante, a mi parecer este Redeemer tiene la suficiente personalidad como para desmarcarse de cualquier loca comparación. Es mucho más beat’em up que cualquier ejemplar de la saga de Kratos, más puro en su esencia y no sólo por eludir los enigmas o las zonas de plataformas; y en lo que respecta a Hotline Miami… Bueno, hay armas, y podemos liarnos a tiros ─sin que por ello Redeemer se convierta en un shmup─ y ser los más sangrientos del lugar. Pero, nuevamente, los rusos han sabido imprimir, en lo que parece una mecánica sobada hasta la saciedad, una jugabilidad fresca que logra funcionar sin reminiscencias hacia otros juegos. En todo caso, nos vendrá el ya mentado sabor de los clásicos de salón, donde la única prioridad era aporrear a los malos y evitar encajar.
El resultado es de lo más satisfactorio. Es la salsa de un buen beat’em up el serlo, el conceder placer a eso de golpear y, quizás, ser golpeado. La medida ─y desmesurada─ acción, el notable y estudiado timing, la contundencia, la durabilidad de los enemigos… Sobre todo esto último, algo en lo que malamente caen muchos desarrolladores a la hora de hacer un título de este tipo, empeñados en generar enemigos con una resistencia excesiva que termina derivando en el más absurdo de los aburrimientos. Redeemer en esto es sabio, concede el gustazo de apalizar a los malos otorgando sensación de poder, y todo ello siendo un juego difícil. También gestiona a la perfección los niveles de los rivales, sabiendo imponer respeto cuando aparecen fuerzas mayores o un grupo de soldados rasos pero armados. El ritmo es endiablado, frenético, pero la estrategia está ahí, siendo imprescindible aferrarse a ella para no terminar convirtiendo al pobre Vasili en un suicida.
Si a este torrente de jugabilidad old-school le unimos un apartado audiovisual a la altura de las circunstancias, el conjunto se nos antoja absolutamente recomendable. Unreal Engine 4 hace su trabajo sirviendo como andamiaje de unos gráficos muy resultones, mientras que la banda sonora, aceptable en su contexto, queda eclipsada por la contundencia de unos fx tan básicos como estimulantes. Un lienzo sobre el que Vasili campa a base de combos, siendo una experiencia absolutamente agradable pad en mano a lo largo de las cuatro horas que puede durarte este espectacular brawler.
Y es que el género se ha visto especialmente damnificado por multitud de lanzamientos infumables que ni de lejos conseguían acercarse a la gloria de aquellos mitos de Capcom, Konami o Sega. Con solo cinco personas en su equipo, Sobaka Studios consigue plasmar en PC (y, si hay suerte, próximamente en Xbox One y PS4) un torrente de desmedida acción que tiene mucho de lo que poseían aquellas obras maestras del píxel, y lo hace en base a una estudiada metodología lúdica que ha sabido sacar lo mejor de un género especialmente denostado por aquellos que no han sabido comprender la verdadera salsa del beat’em up. En este sentido, Redeemer es todo un caballo ganador.