Estrenarse en PlayStation 4 con un título como Knack fue sin duda un movimiento particularmente extraño. Vino avalado por el mismísimo Mark Cerny, artífice del hardware de la consola y mítico creador al que le avalan leyendas del ocio electrónico como Marble Madness o el bizarro Major Havok, habiéndose encargado para la ocasión de la dirección del juego. Sin embargo, Knack, lejos de pretender revolucionar el cotarro, se mostró a sí mismo como un ejercicio sumamente conservador en todas sus facetas, sustentándose sobre una mecánica de lo más convencional envuelta con un apartado técnico que, todo hay que decirlo, le decía muy poco al usuario acerca del potencial de la consola de Sony.

Cabe comentar que Knack, en contra de lo que pueda sugerir la occidental presencia de Cerny, fue desarrollado por Sony Computer Entertainment Japan, con la producción del veterano Yusuke Watanabe, el diseño de Yoshiaki Yamaguchi (el director de arte de Gravity Rush) y la música del cinematográfico Wataru Hokoyama. Con todo, la mezcla cultural residente en los créditos de esta obra es cuanto menos controvertida en lo que a la naturaleza del juego en sí se refiere, puesto que, ya metidos en el meollo, es complicado adivinar si se trata de una producción japonesa, americana o congoleña. A excepción del compositor musical ─sustituido por Anthony Willis─ y de la incorporación de la guionista de God of War Marianne Krawczyk (con la que la historia ha ganado en interés y profundidad), este conglomerado de talentos se mantiene en la inesperada secuela, con un Knack 2 que sigue a pies juntillas todas y cada una de las premisas del título original.

A pesar de lo que se le pueda achacar en su conservador ejercicio tecno-lúdico, esta segunda parte continúa teniendo detalles dignos de los films de animación de Pixar o PDI/Dreamworks, sobre todo en lo concerniente a las cinemáticas. El diseño de sus personajes y el metraje que componen estas escenas sigue estando al más alto nivel, siendo algo que también se puede comprobar en todo lo relativo a la acción en tiempo real. Y es que el aspecto visual de Knack es realmente notable si nos referimos a lo que es el concepto en sí, con un arte cuidado al máximo que busca de forma concienzuda el crear un consistente universo repleto de carismáticos protagonistas.

Sin embargo ─y esto es algo absolutamente heredado de su predecesor─, no dejo de tener la sensación de que su apartado visual bien que podría ser ejecutado sin demasiada diferencia por una PlayStation 3… Y es que, si bien ciertos elementos sí denotan la exigencia de un hardware superior, como todo aquello concerniente a la resolución de las texturas ─que a pesar de las lejanas vistas delatan su detalle─ o la cantidad de elementos y piezas que componen al personaje que controlamos, la experiencia como baluarte de la presente generación no deja de ser tibia, y más cuando para la ocasión se ha tratado de vender un buen aprovechamiento de las características de PS4 Pro (aunque se agradecen esas 60fps a 4k). A estos respectos, Knack 2 continúa siendo ese juego a la antigua que bien podía echar para atrás a los que buscan fuertes emociones tecnológicas.

Pero ojo, una cosa no quita la otra, y Knack 2 resulta ser un juego tan sólido como divertido. El original, según el propio Mark Cerny, tenía un poco de Crash Bandicoot, un tanto de Katamari Damacy y un buen puñado de God of War. Y desde luego no le faltaba un ápice de razón, puesto que la franquicia encaja a la perfección con los tres ejemplos mentados. De Crash tiene su parte plataformera y el ambiente festivo de sus diseños; de Katamari la manera en la que el protagonista va creciendo a base de recoger piezas; y de los juegos de Kratos todo lo relativo al sistema de manejo y combate. Lo curioso es que es de este último del que coge más elementos jugables, siendo, a pesar de su amable apariencia, un beat’em up de tomo y lomo… y bastante duro.

Y ojo, porque con ese aspecto de dibujos animados que tiene, Knack 2 es un reto a tener en cuenta. El primer Knack ya poseía una dificultad considerable, y esta secuela no le va a la zaga. Ya en el nivel normal supone un desafío digno de mención, haciéndonos repetir una y otra vez ciertas secciones como si de un Ninja Gaiden se tratara. Esto lo vemos por aquí como algo de lo más satisfactorio, puesto que se aleja del «generoso» concepto de accesibilidad que suelen tener los videojuegos de hoy día para conceder al usuario la posibilidad de demostrar su valía ante un reto hecho y derecho. Y lo mejor de todo es que podemos hacerlo junto a un compañero en una más que agradecida cooperación a la que se le ha puesto mimo. Lo fascinante del asunto es que, dándonos cuenta de cómo exige lo mejor de nosotros, se puede contemplar que Knack 2 es un juego muy bien medido y calibrado.

Puede ser que Knack 2 no sea uno de esos títulos que el usuario de PlayStation 4 espera como agua de mayo, y que incluso, a pesar de su carácter de lanzamiento exclusivo, tampoco destile el suficiente atractivo como para convencer al posible comprador por encima del grandísimo catálogo que tiene la consola. No obstante, sí es verdad que se trata de un videojuego bastante completo y al que, más allá de la crítica fácil y ramplona, es difícil encontrarle algún tipo de fisura. De hecho, el fan del Knack original se topará con un título que, en la misma línea, está en conjunto muchísimo más pulido. No, no aporta nada nuevo, pero en sus clásicas maneras, la batuta de Mark Cerny se deja notar en una obra que busca la diversión por derroteros conocidos y difícilmente molestos. Lo que es un buen juego, vaya.

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