27 de agosto de 1991, una fecha atípica para lo que a la postre sería uno de los lanzamientos más significativos para la Konami de aquellos entonces. Y es que Crisis Force sería el último gran shoot’em up que lanzaría la popular compañía nipona para Famicom, un evento por el cual se tiró la casa por la ventana. Por los circuitos de la NES japonesa habían pasado títulos tan magnos como las dos primeras entregas de Gradius, el gran Salamander, Twin Bee o Parodius. Un buen puñado de años -desde 1985 hasta 1991- regalando a los usuarios de la recordada 8 bits de Nintendo lo mejor de lo mejor en lo que a matamarcianos se refiere. Y, como hemos dicho, la mejor forma de despedir el género de la plataforma era lanzar un espectacular cartucho que desplegara a tope las posibilidades de un hardware que, de sopetón, se había quedado terriblemente anticuado al lado del abrumador potencial que desplegaba su sucesora: Super Nintendo.
Puede parecer que una temática tan trillada y teóricamente básica como la de los matamarcianos de toda la vida no sea la más adecuada para exprimir el potencial de una máquina… pero nada más lejos de la realidad. La propia Konami, experta en estas lides, tuvo que elevar de manera salvaje la capacidad de sus cartuchos para que los MSX de primera generación pudieran disfrutar del gran Nemesis (Gradius), llevando esta situación al culmen con aquel Space Manbow de dos megabits y chip de sonido SCC para las máquinas de segunda generación. Igualmente, y volviendo a NES, Konami introdujo el chip VRC4 en excelsos títulos como Gradius II, Parodius o TwinBee 3: Poko Poko Dai Maou, obteniendo resultados otrora imposibles a la hora de plasmar sprites y scrolles de pantalla multidireccionales. Estaba claro que, si el juego lo requería, Konami hacía lo imposible para que el sistema predestinado a ejecutarlo pudiera hacerlo por todos los medios.
Crisis Force responde perfectamente al perfil de juego en el que Konami se extralimitaba para que el juego funcionase en la consola sí o sí. De hecho, este colofón al género marcianil llevaba en sus tripas el citado VRC4 en su última generación, llevando al límite el potencial de la ocho bits de Nintendo en términos de velocidad, scroll parallax y manejo de sprites. En definitiva, el nivel tecnológico de Crisis Force era casi sobrenatural, llegando al punto de que apenas parecía un videojuego de NES. Resultaba absolutamente apabullante contemplar en el primero de los niveles la sección en la que volamos sobre un desfiladero, y los distintos planos de scroll dan una sensación de profundidad hasta entonces inusitada, causando a los jugadores de entonces un shock similar al ocasionado la primera vez que nos situábamos frente al colosal Axelay de Super Nintendo.
Al plano visual ayudaba sobremanera una banda sonora magistral, matiz este del que nunca se podía esperar menos por parte de Konami. Detrás de las partituras se encontraba toda una pléyade de genios, responsables de melodías sitas en magnos títulos como Penguin Adventure, Kings Valley 2, Space Manbow o Castlevania II: Simon’s Quest. También destacarían por méritos propios los fx, que explotaban el chip de sonido de la consola como pocos otros shoot’em ups habían hecho antes. Sin embargo, y dadas las circunstancias relativas a la importancia de Crisis Force, hubiese sido ideal implementar en la arquitectura del cartucho la capacidad polifónica que se incluyera tiempo atrás en el mítico Akumajō Dense Tzu -el Castlevania III japonés-, cosa que se podría haber hecho sin problemas al no haber sido distribuido fuera del país nipón (las consolas occidentales no estaban preparadas para el soporte de chips de este tipo en sus cartuchos)… no me quiero ni imaginar en cómo podría sonar así la banda sonora.
Para colmo, Crisis Force es un portento en términos de diseño, donde tuvieron mucho que ver Masaaki Kishimoto y Fumimasa Katakami, responsables de diseñar los principales sprites de clásicos como Parodius, Pop’n Twin Bee o International Superstar Soccer… ¡ojo al dato! Bien claro se puede decir que en los ocho bits de Famicom lograron todo un hito al lograr plasmar unos escenarios verdaderamente detallados y unas naves espaciales tan carismáticas como bien diseñadas. Más alucinante era el ver todo esto sin ni un solo efecto de flickering, donde por muchos sprites que veamos alineados en pantalla, todo seguirá impoluto y sin los incómodos parpadeos de otros juegos. En este sentido, la desarrolladora nipona fichó a un par de especialistas que le las ingeniaron para “engañar” a la consola con distintos trucos gráficos, y así eludir esas carencias que fácilmente quedan patentes en la pantalla.
Crisis Force tiene guión, como todo buen juego de naves de la gran Konami. Y nos cuenta la historia de los hermanos Maya y Asuka, un par de típicos estudiantes residentes en Tokio cuya única particularidad, aparte del que sus padres son arqueólogos, es el que suelen tener un extraño sueño recurrente. Un día, esa extraña pesadilla se hace realidad: los siete monstruos que diez mil años atrás hundieran Atlantis han revivido, consumiendo el planeta entero en las ardientes llamas de la guerra. Momentos antes de morir, los padres de nuestros protagonistas confiesan que en verdad no son sus progenitores, sino que los adoptaron cuando, en una excavación, encontraron una extraña nave espacial llamada Aurawing con un soporte vital en su interior donde se encontraban Asuka y Maya. Así, queda revelado que ambos son hijos de un bravo guerrero del planeta Mu, quedando claro que el destino de estos chicos es liberar a la humanidad a bordo de sus respectivos Aurawing.
Curiosamente, Crisis Force es un cartucho que apenas es mencionado cuando se habla de los mejores juegos de naves de antaño; ni siquiera cuando se citan los shooters de la vieja Konami. Sin embargo, merece con todas las de la ley estar en el podio de los mejores lanzamientos del género para la eterna Famicom, algo que podrás comprobar a poco que le dediques un par de minutos a la primera fase. ¿Conseguirlo a día de hoy? Lo he visto por alguna que otra web de subastas por poco menos de cien euros… y la verdad sea dicha, es una joya que bien merece todo ese oro por tenerla en un lugar privilegiado de cualquier buena ludotecas que se precie. En cualquier caso, recordad el nombre: Crisis Force.