Debo confesaros una cosa. Por esas extrañas vicisitudes de la vida, el que esto suscribe no ha probado nunca de primera mano el laureado Journey. Tampoco hice lo propio con Flower, por lo que mi experiencia con la obra de thatgamecompany brilla por su ausencia. Sin embargo, recuerdo haber probado aquel ya lejano Flow con el que se estrenara la desarrolladora de Jenova Chen y Kellee Santiago en el entorno PlayStation, si bien poco puedo decir de aquel experimento, salvo el hecho de que no logró mantenerme pegado a la por entonces joven PS3. No obstante, fueron Flower y Journey (sobre todo este último) los que verdaderamente consiguieron situar a thatgamecompany en el punto de mira de los usuarios, otorgándoles una serie de experiencias que se alejaban de manera contundente de lo que generalmente entendemos como videojuego, siempre con la intención de buscar una respuesta emocional por parte de los jugadores.
Cuando a jugones de peso como mis amigos Mauri González y Gaby López se les ilumina el rostro al hablar de un “juego” como Journey, es que indiscutiblemente algo importante debe atesorar ese título. Y la verdad sea dicha, no sé por qué narices no me he metido de lleno todavía en el desértico viaje de thatgamecompany. Quizás me sienta intimidado por todo lo que se ha dicho de tan magna experiencia… no sabría decirlo. Creo que sería una irresponsabilidad por mi parte si no me hiciera con la compilación que en PlayStation 4 recoge toda la obra de esta desarrolladora: Flow, Flower y Journey, por no decir que en la misma semana en la que estoy rubricando el presente texto aparece el último del pack como “regalo” ─you know─ para los usuarios de PlayStation Plus. Del mismo modo, por todo esto que os estoy contando me sentí interesado por Abzû, un juego con claras reminiscencias de Journey y que viene respaldado por su director artístico, Matt Nava.
Extrañamente, Abzû no propone de primeras ningún objetivo. O al menos así lo parece. Controlamos a un submarinista que se puede mover libremente por el escenario, pudiendo realizar bonitas acrobacias que, todo hay que decirlo, resultan de lo más gratificantes gracias a un sistema de control verdaderamente agradable. En nuestro periplo por unos parajes submarinos de imprevisible belleza descubriremos multitud de especies basadas en criaturas reales, pudiendo interactuar con ellos, siendo especialmente bello el hecho de atravesar los abultados bancos de peces que nos iremos encontrando (es maravilloso ver cómo responden de forma procesal entre ellos). A este respecto, Abzû consigue que sintamos auténtica familiaridad con la fauna marina.
Me cuentan mis amigos que Abzû se queda bastante lejos de ofrecer la experiencia de Journey, que no transmite la emoción y el sentir de la ya clásica obra de thatgamecompany. Supongo que será por el hecho de llegar virgen a este terreno, pero para mí este Abzû es una pequeña maravilla que no puedo dejar de recomendar. Lo que nos encontramos en este lanzamiento es, más que una historia, una hermosa y concisa experiencia que parece alejarse de los conceptos clásicos del videojuego para, finalmente, conferirnos la sorpresa de, zona tras zona, ver cómo encajan las piezas de un rompecabezas que termina armándose en el vibrante final. Es la narración de un emocionante viaje, de una travesía muy capaz de llegar al alma con su inmensa banda sonora, sus apabullantes atributos visuales y, por encima de todo, su silenciosa narrativa acerca de la vida.
Yo me he sentido dichoso jugando a Abzû, lo reconozco. Ha habido momentos en los que se me erizaban los pelillos, buceando a toda velocidad entre delfines para saltar con ellos en lo que era una fiesta de paz y plena vitalidad. Volví por momentos a las sensaciones de aquellos primeros compases con Ecco The Dolphin (luego el cartucho de Megadrive derivaba hacia el sopor más épico), sintiéndome como ─nunca mejor dicho─ pez en el agua.
Las dos horas que ofrece Abzû son tan simples como complejas de definir. Obviamente no es un lanzamiento para todos los públicos, pero la verdad es que no puedo dejar de sugerirte, amigo lector, que le des una oportunidad. Me repito: la conexión de la música, el entorno, esa historia contada sin palabras… Si mis amigos me insisten en la superioridad de Journey sobre Abzû, no me quiero imaginar cómo de grande debe ser el periplo de thatgamecompany. Pero por ahora, me quedo con la magia de la ópera prima de Giant Squid y con la paz que me ha dado tan maravilloso ejercicio de arte y sensibilidad.