Muchas de las portadas de los juegos de la llamada Edad de Oro del software español tienen ese estilo tan particular de Alfonso Azpiri. Su desaparición abre el inevitable repaso a su obra, diversa y dilatada, pero sobre todo a las sensaciones y recuerdos de no pocos usuarios que todavía atesoran sus casetes y revistas de la época, más que nada por seguir teniendo a buen recaudo un pedacito de la obra del genial Azpiri.
A los pocos instantes de conocerse su fallecimiento, eran muchos los testimonios no ya de pésame o de simple “yo viví la época de…”, sino de índole más cercana en el trato y en el tiempo. Hay muchos usuarios, anónimos y no tanto, que han estado compartiendo con pesar pero también con la dulzura que da haber podido tener esos momentos, infinidad de encuentros con Azpiri en recientes eventos relacionados con los videojuegos y la retroinformática. Fotos con el ídolo, carátulas y libros firmados, así como recuerdos de cervezas y conversaciones ─breves y largas─ con el accesible y apasionado Alfonso Azpiri. Pequeñas historias que han ido arropando a propios y extraños durante las primeras horas de la triste noticia. Y es que Alfonso Azpiri estaba muy vigente, activo y presente. Y puede que por eso también haya dolido tanto su pérdida, entre otros motivos.
En las primeras horas que suceden al fallecimiento de alguien tan conocido ─en este caso por su faceta artística en cómic e ilustración─ suelen atropellarse los pensamientos, los recuerdos y al final, ciertas conclusiones más o menos acertadas. Pero ahí quedan. Al pensar en Azpiri queda la sensación de que hasta el último momento ha recibido el cariño y la admiración de miles de personas. Cosa que no todos los artistas consiguen en vida. Y que hasta el último momento ha estado produciendo y dando al mundo gotas de su talento. Y que por muy poderoso que fuera el recuerdo de su obra pasada y, en su caso, de un fragmento muy significativo y enmarcado en una época muy determinada, sus aportaciones se habían mantenido en el tiempo, encima con la frescura, personalidad y singularidad indelebles.
Otra de las sensaciones es que, aunque muchos de nosotros tengamos a Azpiri en la cabeza y en el corazón por sus portadas, en realidad hay muchos Azpiri. Tantos como ramificaciones de su amplia obra. Así, también será el Azpiri de Lorna, o el de Mot, y así hasta abarcar tantos fans como diversas han sido sus publicaciones de historietas e ilustraciones en varios géneros. Sería injusto considerar a Azpiri solo por una parte de su creación, por muy llamativa o recurrente que sea. Pero tampoco se puede evitar, es lo que tienen los genios que dejan huellas tan marcadas en un colectivo.
El artista que siempre estuvo ahí
Muchos usuarios que volvieron hace poco al mundillo, alentados por ferias, emulación, nuevos lanzamientos o sencillamente el codazo del amigo de al lado, se sorprendían por la cercanía al trato con ese artista que tenían como un dios. Hay que tener en cuenta las edades en las que muchos compraban los juegos de Dinamic, Topo, Opera y demás, que entre otras cosas explica la construcción de ídolos como Azpiri, y que de igual forma que muchos no pensaban volver a tocar un Spectrum o un Amstrad y se han encontrado inmersos veintitantos años después en esta curiosa espiral, seguramente tampoco esperaban poder conocer al artista ─y con el tiempo y la curiosidad, a más artistas─ detrás de esas singulares portadas.
Quienes sí habían mantenido el contacto ─una vez más, por motivos personales o profesionales─ con el intermitente mundo de lo retro (en sus momentos más débiles y en su recuperación hasta el momento actual), a la vez lo habían mantenido con Azpiri, que probablemente gracias al empecinamiento de estos usuarios se convirtió en una especie de correa de transmisión o más bien en punta de lanza de ese movimiento que se estaba gestando como algo grande. Como hemos dicho antes, Azpiri no era un caso de vuelta de un retiro, porque su carrera artística había continuado, y de qué manera. Pero para los usuarios de los 8 bits sí que hubo un revival de Azpiri, experimentado prácticamente a la vez o incrustado en el revival del mundillo en general. Si había que volver al Spectrum y compañía, Azpiri tenía que volver. Y volvió. O algo así.
Hay que insistir en la idea anterior, Azpiri nunca se fue, quien se había ido era el usuario, que estaba a otras cosas. Pero no todos esos usuarios sabían o conocían el resto de la obra de Azpiri. Por eso, cuando el fenómeno Retromadrid fue creciendo, acompañando al resto de ingredientes del movimiento retro ─redes sociales, podcast y otros medios, grupos de usuarios y sobre todo el desarrollo homebrew de hard y soft─ se produjeron varios de los momentos más recordados y que se enmarcaron en ese “regreso” de Azpiri a la escena del videojuego español. Uno de ellos fue la nueva portada diseñada para el juego La Corona Encantada de Relevo y Karoshi, en 2009. Su lanzamiento, coincidiendo con la citada feria madrileña, cubrió el que suscribe para la revista @RROBA, como tema principal de portada y con dos artículos en el interior ─review del juego en el mismo espacio y tratamiento que los lanzamientos para plataformas actuales y monográfico a cargo de S.T.A.R.─. Pero no era lo único, ni mucho menos; se fueron anunciando sucesivas carpetas de ilustraciones con un formato más que apetecible para los coleccionistas y un libro más amplio en información y trabajos, denominado Spectrum. Evidentemente, dichas carpetas y demás muestras de su obra eran firmadas por Azpiri en no pocos eventos retro, hasta hace bien poco tiempo, semanas quizá. De esos encuentros nacen las citadas anécdotas que estos días inundan Facebook y Twitter. Pero su aportación al sector no se limitó a esas apariciones y repasos de su carrera, con el tiempo se fueron añadiendo sus ilustraciones a diversos proyectos de desarrolladores indie y homebrew, como Dead Synchronicity, Ghost o los todavía en preparación Operation Highjump y Nogalious.
La Edad de Azpiri… Y de muchos más
Azpiri no fue ni mucho menos el único ilustrador de portadas de juegos españoles. Hubo bastantes artistas más, repartiendo su talento para sellos españoles de desarrollo y distribución de videojuegos. Afortunadamente, la labor de sitios web como Un pasado mejor, por citar solo un ejemplo, está sirviendo no ya para desempolvar y recordar nombres menos conocidos por el gran público (a pesar de que en su día también tuvieran esos juegos), sino para darles el lugar que se merecen junto al ya desaparecido Azpiri. El tiempo y la información pueden servir para mejorar la perspectiva y que no quede solo en la experiencia nostálgica y el mero recuerdo de uno o dos flashes de una época pasada. Y al igual que en el caso de Azpiri, el trabajo en el videojuego de artistas como Fernando San Gregorio, Ángel Luis González, Juan Jiménez y tantos otros fue tan solo una etapa más en su trayectoria, más amplia y conocida por más gente fuera de nuestro círculo.
Eso sí, no se puede evitar tener en la mente un nombre por encima de otros en cualquier tema, por los motivos que sean. Y cuando se habla de videojuegos españoles, inevitablemente surge en las conversaciones el nombre de Alfonso Azpiri. Su huella más allá de esas ilustraciones tan recordadas es amplia y duradera, pero para muchos será el autor de las portadas de sus sueños y sus mejores recuerdos. Unos recuerdos que además pudieron rememorar junto a su ídolo hasta hace bien poco. Hasta siempre, maestro.
Una verdadera lástima que nos deje tan pronto, a mí siempre me gustó su estilo inconfundible y fué la primera vez que me interesé por averiguar más sobre el artista que había detrás de las ilustraciones, en el instituto ya llevaba la carpeta decorada con sus portadas, tengo comics de Lorna y algún libro de elige tu propia aventura ilustrado por él, por supuesto su libro Spectrum con un dibujo dedicado en las primeras páginas, una buena persona a la que sin duda todos echaremos de menos. DEP.