«¡La peor generación de la historia de los videojuegos! ¡Nos engañan! ¡Juegos incompletos! ¡Los DLC! ¡Los refritos! ¡Timo! ¡Estafa!»… Basta darse un pequeño paseo por las redes sociales o por los más infames youtubers del momento para leer y escuchar entre berrido y berrido este tipo de sentencias, con gurús por aquí y por allí que son incapaces de ver todo lo bueno que tiene el videojuego actual por el mero hecho de que el hacerlo es incompatible con las más que productivas proclamas que lanzan indiscriminadamente. Un buen ejemplo de ello es el gran dedo acusador que estos “Einsteins” del ocio electrónico sacan a relucir al respecto de la presente generación, y más aún si es Sony y su PlayStation 4 el objeto a tratar.
Lo gracioso es cuando hace acto de aparición un producto tan rematadoramente redondo como es el nuevo God of War, una obra que, más que un videojuego, parece un milagro se mire como se mire. Aparcamos por un momento a los que hacen de la basura su motu proprio para dirigir nuestras miradas a algunos profesionales del medio. Gente a las que les pones un juego indie o el cartón de Nintendo y parece que están ante la segunda venida de cristo… pero que luego es incapaz de valorar con un mínimo de rigor el trabajo de un equipo de decenas y decenas de personas que han estado sudando durante meses… ¿qué digo meses? ¡Años! Sudando durante años para intentar poner a disposición de los usuarios el mejor juego posible.
Y voto a bríos que lanzamientos como Horizon Zero Dawn, por poner un ejemplo más o menos reciente (y evidente), destila un buen hacer por todos y cada uno de sus poros que, por supuesto, va mucho más allá de ser meramente cumplidor. Y luego es esperpéntico ver en este mismo tipo de profesionales las reacciones que les suscita una obra como God of War, donde la habitual condescendencia, más allá de retorcerse de maneras absurdas, cede el paso a un análisis ridículamente crítico en el que, a modo de otorgarle un absurdo perdón, se le consiente su existencia aludiendo a que le faltan flecos para atisbar la perfección y tal. Quizás, y esto lo hago tirando de imaginación, falta el sustituir el logotipo de sus productores por el de su compañía favorita… o restarle al equipo de desarrollo unas, no sé, ¿cien personas?
Al final todo lo que se diga o deje de decir termina siendo irrelevante cuando estamos ante algo de las proporciones de God of War. Ahí están los números: más de tres millones de juegos vendidos a los tres primeros días de ponerse a la venta. Cierto es que una serie de críticas poco afortunadas pueden lastrar la trayectoria comercial de cualquier producción, e incluso habrá quién se siga tragando a estas alturas las imbecilidades de esos que viven de la falacia y del vulgar alarido en el Youtube ese. Pero cuando la calidad rebosa con contundencia, ni la mentira más ruin ni la devoción más rancia por la competencia serán capaces de tumbar una evidencia tan grande como es el hecho de que God of War es un juego imprescindible a poco que seas usuario de PlayStation 4.
Es más: es ahora mismo el motivo de peso para que corras a la tienda a por la consola de Sony. Para que la enchufes y te dejes sorprender por el plano secuencia que es el alucinante viaje del nuevo Kratos junto a su hijo. Para que veas con tus ojos la capacidad de una desarrolladora a la hora de hacer evolucionar su propia creación con lógica, maestría y asumiendo no pocos riesgos. Para que alucines con su planteamiento técnico, en brutal consonancia con el artístico. Para que te bañes en una de las mejores amalgamas de narrativa y jugabilidad pura de esta generación. Para que mueras una y otra vez ante un desafío como la copa de un pino sin que por ello le eches la culpa al videojuego.
Con God of War sobran las explicaciones. Sobran hasta aquellas que en sus párrafos ensalzan el trabajo del Santa Monica Studio, porque todo lo que no sea estar jugándolo es ahora mismo una pérdida de tiempo. Bendita generación de los timos y de los refritos… Perdonad a todos los que prefieren perder la oportunidad de disfrutar de los videojuegos.
Grande spidy. Porque aquí venimos a disfrutar de los videojuegos y respetar a los creadores y su trabajo. Todo lo demás, es secundario.