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Me gustaría haceros partícipes de una conversación que tuvimos el otro día, estando con mis amigos tomando unos refrigerios. Alguien lanzó una pregunta al aire: «¿cuál ha sido vuestro beat’em up preferido?». Rápidamente, todos empezaron a lanzar títulos como auténticos posesos… hasta que un servidor gritó el nombre del que, a mi parecer ha sido el “yo contra el barrio” más divertido y auténtico. Hablo del juegazo que Konami lanzó en 1991: Vendetta.

Conocido en japón como Crime Fighters 2, Vendetta nos llegaba dentro de la hornada de juegos que Konami sacó por aquellas fechas donde podíamos jugar hasta cuatro jugadores simultáneamente, tales como Sunset Riders, Teenage Mutant Ninja Turtles o The Simpsons. Con una historia no muy original para los tiempos que corren (y más teniendo en cuenta todo lo vivido en los juegos de lucha de por aquella época), Vendetta nos contaba cómo la banda de malotes del barrio ─los “Dead End”, capitaneados por Faust─ secuestran a Kate, integrante de los “Cobras”, nuestra banda. A partir de aquí ya sabéis: mamporrazos, tortajas, hostias castellanas de todo tipo y galletas al estilo Bud Spencer; todo ello con tal de recuperar sana y salva a nuestra querida amiga Kate.

En la pantalla de selección de personajes podíamos encontrar a cuatro tipos duros, pero duros de verdad. El primero de ellos Hawk, jefe de los “Cobras”: rubio con camiseta azul, era un verdadero maestro del wrestling, con las presas y roturas de huesos de nuestros enemigos siempre por bandera. El siguiente tipo era un ex-luchador callejero llamado Blood: de camiseta roja y raza negra, al que no se le caen sus gafas oscuras al lanzar los terribles puñetazos que hacen polvo puro a los miembros del “Dead End”. Otro hombretón duro como el granito era Bloomer (mi preferido): rubio de camiseta amarilla que lanzaba unas patadas a la velocidad del trueno, magno maestro a la hora de patear costillares. Por último y para finalizar el plantel de músculos, teníamos a Sledge, ex-militar vestido de verde y con cresta al estilo Mr. T, que machacaba al enemigo gracias a sus placajes y proyecciones.

Lo primero que te llegaba de este juego era, sobre todo, su colorido y la estética de los sprites; todo era muy visual y estaba copado de animaciones muy trabajadas. Pero lo que a mí me hizo perder el sentido realmente, y algo que alargaba la vida del juego rotundamente, era su alto grado de detalle, cosa a la que no estábamos acostumbrados a ver en otros beat’em ups de la época. El hecho de poder machacar a los oponentes en el suelo (además, según el que eligieses, lo hacía de una forma o de otra), batear literalmente a los enemigos enviándolos contra el fondo del escenario, poder patear o recibir golpes en la zona genital, utilizar objetos del escenario para sacudir a los pobres punks….

TODO, todo en Vendetta era diversión sin pausa. Eso sí, algo por lo que muchos recordaréis este Crime Fighters 2 era la pantalla donde te asaltaban una horda de macarras homosexuales, los cuales si no los pasábamos rápidamente a cuchillo nos podían agredir de una forma un tanto… peculiar: literalmente, nos sodomizaban, nos dejaban el anillo de cuero bien fino. Sin duda, ha sido una de las escenas más sicotrónicas que yo personalmente he vivido delante de los mandos de una recreativa.

En Vendetta todo es bueno: el elenco de enemigos, por ejemplo, era francamente variado: los teníamos en moto, con bates, con cadenas, prostitutas con látigo… ¡hasta un rubiales con greñas subido en una carretilla elevadora! También podíamos coger armas, desde cócteles molotov hasta escopetas recortadas pasando por sacos de cemento en polvo (al romperlos los enemigos se paraban a toser y nosotros les dábamos lo suyo), bidones y cubos de basura (con gato incluido que salía corriendo espantando a uno de los jefes de final de zona, tiempo que aprovechábamos para zurrarle). Los enemigos también podían llegar armados, como buen ejemplo es el primer enemigo, Buzzsaw Bravado (que gran nombre), que nos recibía con una sierra radial… lo normal.

Si el salón recreativo lo permitía, podíamos degustar un compendio sonoro a la altura de lo que se podía esperar de Konami, o sea, unos efectos dolorosamente contundentes y una banda sonora demoledora. Creo que las explicaciones sobran cuando ponemos sobre la mesa dos nombres como Michiru Yamane y Hideaki Kashima. La primera es conocida por propios y extraños gracias a su obra en series como Castlevania o Twin Bee, mientras que el segundo lleva demostrando su buen hacer en el campo de los fx desde aquel primitivo Vampire Killer para MSX2. En cualquier caso, daba el mismo gusto escuchar el crujir de un bate de béisbol en los macarras rivales como el paladeo de las salvajes y descaradas melodías de la maestra Yamane. Gozada pura y dura.


En fin, queda claro que el año 1991 fue un año de triunfos para Konami, y la verdad que juegos como Vendetta lo demuestran de medio a medio. Espero que algún día podamos disfrutar de este título en las plataformas actuales de descarga, como ha ocurrido con The Simpsons o el clásico Teenage Mutant Ninja Turtles… y si no, siempre nos quedará el echar la vista atrás para recordarlo con buenos amigos y una cervezas fresquitas; y que cuando se repita la misma pregunta de: “¿cuál es vuestro beat’em up preferido?” no solo se escuchen títulos de Sega y Capcom. Ya veis que Konami estaba también entre los mejores.

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