Control ha llegado un poco como cuando se anunció: sin hacer apenas ruido. De hecho, todo fueron suspicacias cuando Remedy mostró las primeras imágenes en movimiento, no siendo pocas las voces que no dudaban en decir que lo que se veía procedía de los retales de Quantum Break… ¡como si hacer un videojuego fuese tan sencillo! Pero es que, aparte, si por algo es conocida Remedy es por desarrollar experiencias de gran empaque cuyos protagonistas (visibles siempre desde la clásica tercera persona) se mueven con agilidad mientras reparten los suyo pistola en mano. Bueno, quizás Alan Wake sea más comedido ─aunque también tiene el gatillo suelto─, pero ahí está Max Payne para sentar cátedra.

De todas maneras, lo cierto y verdad es que Control puede recordar a Quantum Break en más de un aspecto. Al fin y al cabo, es un título de acción en tercera persona donde los disparos y el uso de súper poderes son el eje de la mecánica de juego. Si en Quantum Break nuestras habilidades estaban relacionadas con el uso del tiempo, en Control la cosa tira más hacia la telekinesis, y variando esta faceta ya tenemos dos conceptos de acción radicalmente distintos. También es distinto el tipo de enemigo, teniendo en el nuevo ejemplar toda una serie de entidades paranormales que requerirán de estrategias dispares para eliminarlos.

La otra gran diferencia de Control con respecto a Quantum Break es la manera que tiene de contarnos su historia. En la aventura de Jack Joyce, su odisea contra la organización Monarch Solutions y la fractura del tiempo estaba narrada a base de múltiples cinemáticas, con un uso intenso de escenas filmadas como si de una serie de televisión se tratase. Este matiz, que además de dejar a las claras los altos valores de producción de la obra (estaba detrás Microsoft Studios), añadían empaque al conjunto… si bien al que esto suscribe le provocaba cierta ansiedad el tener que tragarse minutos y minutos de vídeo para estar al día de lo que era una historia interesante; pero que, todo hay que decirlo, rompía abruptamente con el desenfrenado ritmo de la acción de lo que era el juego en sí. De un modo u otro, Quantum Break era ─y sigue siendo─ todo un espectáculo.

Por su parte, Control es mucho más comedido en este sentido. Va al grano, y las cinemáticas, salvo alguna que otra escena, están plenamente integradas en el juego. En ningún momento te hace cruzarte de brazos, ya que la acción siempre está a flor de piel. Contribuye a ello la enigmática historia, que nos hace empezar la aventura con pocas pistas acerca de lo que ocurre o de las motivaciones de la protagonista. Por ponernos en situación, asumimos el control de Jesse Faden dentro de lo que es la “Agencia Federal de Control”, una sede gubernamental en Nueva York que se encarga de estudiar objetos anómalos. De repente, una serie de sucesos paranormales nos convertirán sin venir demasiado a cuento en la nueva directora del lugar, todo ello mientras combatimos a una fuerza proveniente de otro mundo capaz de transformar a su voluntad el edificio o de poseer a los agentes de Control para convertirlos en temibles enemigos.

Todo esto hace que también nos hagamos con un arma de lo más peculiar, una especie de pistola que parece tener vida propia, capaz de transformarse y, lo que es mejor, dispone de munición infinita. A ello hay que unirle los poderes paranormales de Jesse, que irá adquiriendo a medida que avancemos en el juego. Uno de los primeros que conseguiremos, la telekinesis, nos permitirá levantar objetos y lanzarlos con fuerza hacia donde apuntemos. Es genial ver que, si no hay ningún objeto a mano, Jesse arrancará un trozo de pared para tener su particular proyectil. Y las físicas implementadas… ¡ay, las físicas! Es brutal ver cómo reaccionan los distintos elementos del escenario a todo, y más cuando proyectamos con la mente los objetos. Esta es la Remedy que en su día sorprendió a propios y extraños con el espectacular uso del Havok en Max Payne 2.

Poco a poco nos iremos haciendo más capaces: podremos crear escudos, poseer enemigos, levitar… En conjunto, estas habilidades especiales hacen que el combate de Control sea sumamente dinámico y de lo más espectacular, alternando entre nuestro arsenal paranormal y la cambiante pistola en lo que es todo un ejercicio táctico. Eso sí, cada tiroteo es feroz, con enemigos que no dan tregua, coberturas que se rompen y un escenario muy bien planteado para potenciar el factor diversión. Además, la peligrosa circunstancia de toparnos con contendientes también dotados de habilidades paranormales añaden variedad a un factor lúdico ya de por sí impecable.

Control es un torrente de diversión y, además, un portento técnico. Detalles como la iluminación, los reflejos, las detalladas texturas… Todo combina a la perfección con un plantel artístico rompedor. El único pero es que, a mi parecer, se nota que los medios son ciertamente menores si comparamos Control con el anterior juego de Remedy, el ya mentado Quantum Break. Es algo que se percibe en todo el conjunto gráfico; pero no os llevéis a equívocos, ya que estamos ante un título con unos valores de producción muy altos. Tan altos como los potentes sonidos fx o la banda sonora, repleta de temazos alucinantes.

El gran pero que se le ha puesto a Control (incluso antes de su salida) ha sido el peculiar doblaje al castellano que ha sufrido. Se ha criticado sobremanera la voz de la protagonista y los extraños balbuceos del conserje… y qué queréis que os diga, me consta lo complicado que es asumir un doblaje para una productora que no sea “de las grandes”. Y en sí no lo veo tan mal, hasta agradezco voces (como el caso de Jesse) que se alejen de lo sobreactuado de los doblajes más profesionales. Aquí en todo caso el problema reside claramente en que se ha hecho un trabajo en el que la dirección de los actores ha brillado por su ausencia. Creo que se ha locutado sin tener delante referencias visuales, y eso se percibe en la cantidad de desincronizaciones, con personajes que mueven la boca sin que se oiga la voz en ese momento, al más puro estilo de las viejas películas de kung-fu. Aún así, como digo, se puede asumir esto, es perdonable y tampoco molesta. Además, está la opción de ponerlo en inglés con subtítulos.

Por lo demás, Control es un grandísimo juego, claramente enfocado a lo que es la diversión directa, sin fisuras. El guión es enigmático e interesante, no exento de giros que nos pondrán los ojos como platos a poco que nos metamos de lleno en la historia. Pero lo que prima es es disparar, el lanzar un peñasco a los enemigos, a esquivar y golpear con nuestra telekinesis. Control es diversión pura y dura, y por eso es un firme candidato a ser uno de los grandes videojuegos del año.

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