Mientras un 4 de noviembre cualquiera alguien en algún lugar del mundo juega a The Last of Us, quizá hace más de 25 años, ese mismo día, otra persona escuchaba un nuevo disco de Gustavo Santaolalla llamado Ronroco y, a la vez, un 4 de noviembre de 2025, en el Teatro Cervantes de Málaga, cientos de personas se preparan para disfrutar la gira Ronroco Tour dentro del 39 Festival Internacional de Jazz.
Esa podría ser una interpretación de la mecánica cuántica de la que el mismo Santaolalla confesó estar interesado desde hace un tiempo, maravillado por cómo se unen el presente, el pasado y el futuro en un mismo momento, permitiéndonos quizá aprender de cada época para conseguir una mejor versión de nosotros y, por tanto, del mundo.
El concierto, enmarcado en una maratoniana gira que está llevando al compositor argentino y a su grupo por toda Europa tras pasar también por Asia en 2024, fue una buena muestra de esa revisión del pasado hacia el futuro, centrándose por supuesto en el instrumento que es el tronco del que han crecido sus raíces como músico, el ronroco; pero con una visión nueva, experimental y original, combinando instrumentos tradicionales con otros como un tubo de PVC, vasos de agua, unos platillos o los reclamos de pájaros. Una versión muy distinta de la que vimos en 2021 en MOSMA cuando disfrutamos de un espectacular concierto sinfónico.

Y las diferencias ya se vieron desde que el telón del Cervantes se abrió para descubrir una escenografía sencilla, con una iluminación tenue e íntima, de la que emergieron Gustavo Santaolalla y sus cuatro músicos acompañantes, unidos en una fila caminando despacio bajo el sonido relajante del agua y los pájaros. Desde ese momento, el espectador ya entra en un estado de paz y de espiritualidad, de conexión con los músicos y con la naturaleza. Incluso podríamos decir que entramos en un estado de reconciliación con la Humanidad.
Gustavo intervino durante el concierto en varias ocasiones, comentando acerca de los temas, hablando de su abuelo malagueño, reivindicando un futuro brillante de paz y amor, incluso cantando el cumpleaños feliz a un afortunado espectador (Alejandro), buscando siempre la complicidad con los espectadores que siempre respondieron con una sonrisa. En algún momento, pidió iluminar la sala para poder vernos y poder sentir esa unión con todos nosotros ya que el concierto, como dijo, lo hacíamos entre todos.

Igual que las cuerdas de la guitarra, del violín o del ronroco, el público vibró con un repertorio musical que viajó desde los temas del álbum homenajeado, Ronroco (Way Up, Gaucho, Jardín, Del pago o De Ushuaia a La Quiaca) hasta los grandes éxitos de películas como Babel (Endless Fight) o Amores perros (Iguazu), pasando por la emotiva canción Canto en la rama (de su amigo León Giecco), el rítmico Desandando el Camino o la hermosa melodía de Ella (de la serie documental Qhapaq Ñan), la preciosa Alma del álbum Camino y, cómo no, del videojuego The Last of Us. Es muy interesante ver cómo la amplísima trayectoria de Santaolalla abarca tanto y, a la vez, la gran mayoría del público sigue enloqueciendo con los temas del famoso videojuego.
En este sentido, cerró el concierto un medley de unos 8 minutos de The Last of Us donde se interpretaron los temas It Can´t Last, The Choice, All Gone (No Escape) y The Last of Us (Astray y Main Theme). Fue increíble ver en directo al propio Gustavo interpretarlos con ese sentimiento que nos traslada al drama de la historia. Además, por momentos parecía que teníamos en el escenario a 20 músicos tocando. Tal fue la maestría y complicidad de Juan Luqui, Barbarita Palacios, Javier Casalla y Nicolás Rainone con el compositor.

Tras aproximadamente una hora de concierto, llegaron los bises. Primero, con un medley de varios temas de Ronroco (Zenda, Lela y La vuelta) y después con una suite de Brokeback Mountain, que echábamos de menos en el concierto siendo uno de los dos Premios Óscar que atesora el compositor (junto a la banda sonora de Babel). Ambos bises siguieron el espíritu íntimo y emotivo del concierto y nos dejó con ganas de más. Porque mientras escuchábamos a Santaolalla, el mundo fuera se paró. Ese presente y pasado y futuro se entrelazaron con las notas del ronroco en una “cuántica de las emociones” que nos hizo olvidar los problemas y las vicisitudes del mundo. Y todo fue, por un momento, perfecto.

Charlando sobre videojuegos con Santaolalla
Unos días antes de que la gira Ronroco aterrizara en Málaga, tuvimos la enorme suerte y el gran privilegio de poder charlar unos minutos con Gustavo Santaolalla, que se encontraba ensayando en Cádiz y que nos recibió afablemente con una sonrisa, a pesar de estar separados a kilómetros de distancia, pero unidos por el Zoom. Esperamos que disfrutéis de la entrevista tanto como nosotros.
Metodologic: Ha reconocido que no era precisamente un gamer, ¿cuál era su imagen o percepción acerca de los videojuegos antes de trabajar en The Last Of Us?
Gustavo Santaolalla: Siempre me ha interesado todos los medios donde la música pueda jugar un rol. Si bien yo no soy un gamer, desde por ejemplo en el grupo Bajofondo, del que soy fundador, donde todos jugaban al FIFA y yo los miro como si estuviera viendo un partido por televisión de fútbol, hasta mi hijo, que era un gran gamer, ahora está más grande, pero cuando yo empecé él estaba en mitad de sus años de teenager y era muy bueno y me gustaba mirarlo jugar. Con Bajofondo también, me gustaba mirarlos jugar y siempre pensaba “si alguien en algún momento conecta emocionalmente con el gamer, con algo que le toque el corazón, va a ser una revolución”. Lo tenía reclaro. Y después de los dos Óscars me vinieron varias compañías a ofrecerme videojuegos, una de ellas muy grande, con una oferta muy grande no solamente en lo económico sino en la visibilidad que podía tener el proyecto, y era más de lo mismo. Combat, survivor, todo eso. Y yo sabía que eso no lo quería, no es que tenga nada en contra de eso sino que no era lo que yo buscaba. Yo quería un juego que se conectara emocionalmente con el gamer. Y apareció Neil Druckmann, que era fan de mi trabajo en las películas y me dijo exactamente eso, que quería hacer un juego que conectara emocionalmente. Me contó la historia, me encantó. Y después lo ratificamos sabiendo que había gente que lloraba jugando al juego. Y la música creo que jugó un rol muy importante también en la historia de The Last Of Us y para mí eso fue maravilloso porque me dio la posibilidad de conectarme con un público nuevo que no tenía ni idea de quien era yo. No es que conocieran mi trabajo como artista, mis grupos como Bajofondo, las cosas que yo hice de solista, no conocían ni mi trabajo en las películas, ni nada. Me conocieron a través de la música del juego y para mí eso fue muy gratificante. De pronto tener acceso a un público en su mayoría joven, que se conectara con la música, con esa intensidad… Porque siempre he tenido la suerte de conectar con gente con lo que hago, desde chico, en distintos momentos de mi vida, con las películas, tener reconocimiento por mi trabajo con los Grammys, Oscars, BAFTA, Golden Globes… Siempre tuve eso. Pero la forma en que los fans de TLOU han conectado con mi música es muy apasionante, es muy fuerte, muy gratificante. Es muy especial, es como un regalo que me vino después de tantos logros en otro lado, que me venga una cosa así con gente que no tenía idea de quien era yo ni nada, es muy muy lindo. Lo celebro muchísimo.

M: ¿Crees entonces que ha cambiado algo esa percepción del mundo del videojuego con el paso de los años, tras componer las bandas sonoras de TLOU 1 y 2 y después de esos desarrollos tan largos de los videojuegos? ¿Ha crecido con la experiencia que has vivido?
GS: Bueno, a mí los juegos en sí siempre me parecieron una cosa reválida. Una forma de comunicación y un arte que digamos que todavía hasta te diría que queda muchísimo por desarrollar y por hacer. Y es gente como Neil, que son los tipos que van a ir abriendo camino a otras cosas, o sea los vas viendo en TLOU2 cuando en un momento dado, cuando llevas ya un juego y medio invertido jugando a través de un personaje como Ellie y empiezas a jugar con la archienemiga y te pones en los zapatos de la otra persona y este tipo de cosas que son fortísimas. En todo caso, crecieron más todavía mis expectativas de lo que puede ser el mundo del videojuego.
M: ¿En ese sentido puede ser incluso más importante para el crecimiento la figura de un creador como Neil Druckmann, que además tiene un pasado como músico (que entiendo que puede ser importante para conectar contigo en la creación del videojuego)? Hablamos de esa figura de un creador de videojuegos que quiere supervisarlo todo, que está al cargo de una gran historia, de un gran proyecto… Un narrador que conecte la historia con el jugador como protagonista y como alguien que invierte mucho tiempo en el juego…
GS: Claro. Yo creo que en todas las artes siempre son los grandes creadores los que de alguna manera hacen que esas formas de expresión se desarrollen y crezcan. No lo que se manufactura más como en serie, como una fábrica. Esos momentos de grandes creadores que de pronto descubren algo y dicen “¡Ah! ¡¿Pero se podía hacer esto con esto?! ¿Cómo no se le ocurrió a alguien antes?”. Esa es la raíz de un gran creador. Y yo he tenido la suerte de trabajar y colaborar con grandes creadores también en el mundo del cine. Por eso siempre digo que el éxito y los logros que he tenido se basan mucho en las cosas que hice y en las que dije no, esto no. Después de los Óscars, cuando me ofrecieron un videojuego increíble y gigante y todo pero yo decía “bueno esto ya es más de lo mismo, hay veinte mil juegos de esto”. Yo no quiero hacer eso, yo quiero hacer algo distinto y sabía que si alguien conectaba con una cosa emotiva iba ser increíble. Y fue esperar y la suerte de que Neil acudiera a mí, porque podía haber ido a otro (risas).
M: Había una admiración grande detrás por tu trabajo e incluso habían utilizado tu música para ilustrar el proyecto en un principio.
GS: Claro, sí porque mi música tiene un contenido emocional muy fuerte. Gran parte de lo que tiene mi música es que toca el corazón de la gente. Hay otros músicos que son más técnicos y consiguen resultados más épicos, no sé, pero lo mío tiene algo que te toca el corazoncito.

M: Entendemos que igual que antes, después de la repercusión de TLOU habrá recibido más ofertas para componer música para videojuegos…
GS: Pues sabes que no tanto. No. Yo creo que no porque yo como que no respondo, soy medio un outsider y las películas que hice tampoco responden al status hollywoodiense. No tengo nada en contra de eso pero lo cierto es que no represento eso, no me considero así. Me considero más un artista que de pronto tiene distintos foros para expresarse: a veces toca su música, a veces produce la música de otros, a veces hace la música de un videojuego o de una película. Pero no me considero un compositor de música de películas. Me considero un artista que hace distintas cosas. Y de alguna manera la “industria industria”, los tipos como yo… (risas)
M: ¡No saben lo que se pierden! (risas)
GS: Bueno… (sonríe con humildad)
M: Y hablando de los instrumentos y a la hora de construir los personajes en TLOU, ¿cómo fue ese proceso creativo? A nivel instrumental también con la importancia del ronroco que fue la piedra angular de la banda sonora.
GS: Claro, a mí me pasa mucho que como soy totalmente intuitivo, yo no tengo una formación académica, no sé ni leer ni escribir música, muchas veces me pasa que hago cosas y después es cuando puedo articularla con palabras: “¡Ah, lo que yo estaba haciendo con esto!”. Hoy día, como tengo tantos años encima ya que te podría hablar hasta del uso que hago del silencio, de los errores, de montones de cosas que ahora ya sí las puedo articular. Pero por ejemplo, una cosa que recién descubrí cómo pude haberlo hecho en TLOU fue que me di cuenta un día que había dos componentes muy fuertes que tenían que ver con sonidos que yo había usado. Uno era un componente masculino, que era dado por el bajo, el six string bass que usé, y después la guitarra octavada para el TLOU2, que reemplazó el bajo de seis, que tiene una cosa como muscular y más masculina. Y el ronroco que representa toda la parte femenina, toda la parte dedicada a Ellie y ese mundo. No porque necesariamente cada vez que aparece Ellie tenga que sonar un ronroco ni nada, pero conceptualmente hay una parte masculina en el sonido y una parte femenina y está muy claramente representada ahora para mí en esos dos polos: el polo de lo grave y lo denso de lo masculino y el polo de lo más sutil que es el ronroco, es lo femenino. Pero no fue una cosa consciente, lo razoné después, pero lo hice, ¿entiendes?
M: Y hablando del ronroco y la gira que te va a llevar unos meses por Europa, al igual que la última vez que nos visitaste en 2021, ¿qué es lo que más te motiva y te llega a la hora de tocar en directo esos temas? ¿Cómo tratas de condensar toda tu trayectoria en un concierto, elegir qué temas tocar, etc.?
GS: Bueno, correcto, mis conciertos siempre era una cosa ecléctica donde había toda mi carrera, abarcando tantas cosas, música tan diferente. Y esto fue distinto, fue ir a un álbum en particular, Ronroco, que fue el que me abrió las puertas al cine y finalmente darle el lugar que se merece. Yo tenía una deuda no solo con ese álbum sino con mi relación con ese instrumento, que ha estado presente en casi todo lo que he hecho porque está presente en Amores perros, en The Insider, en Diarios de una motocicleta y está presente en TLOU porque es una parte importante de la historia. Entonces, tenía una deuda con el instrumento, con el álbum y con mi relación con ese instrumento y es un concierto muy muy especial. Y paso por todas las cosas porque vas a escuchar cosas de Babel, Diarios de una motocicleta y por supuesto de TLOU. Está todo presente ahí pero todo dentro del marco del universo sónico que te da el ronroco, que es muy personal, muy particular, es algo que está relacionado también con mi espíritu y el concierto tiene esa impronta. Tiene una cosa así muy introspectiva, muy de conexión con el espíritu y lo divino si se quiere ver.
M: Y conexión con el público que seguro es una de las grandes motivaciones del concierto.
GS: Sí, porque aparte el público también completa todo. En realidad esa música la hacemos juntos: a mí me toca hacer la parte de tocar pero el que está escuchando también está haciendo la música de alguna manera.

M: Una última cosa. Es un honor para nosotros haber hablado contigo y queremos seguir teniendo tu trabajo todo el tiempo del mundo y, por favor, en TLOU 3.
GS: (risas) Bueno, yo espero también, mi ánimo es de seguir porque yo me siento parte del juego, y lo ha dicho también Craig Mazin, que mi música es parte del ADN de TLOU.
N de la R.: Metodologic quiere agradecer especialmente a Melisa Camera (coordinadora de prensa de la gira Ronroco), Sergio Chiappetta (manager de Gustavo Santaolalla) y Antonio M. Sánchez (Málaga Procultura) por su amabilidad y su ayuda con la cobertura de la gira y la entrevista y por hacernos un hueco a medios más modestos pero que vivimos con igual intensidad el amor por la música.
Foto de portada: Dani Pérez / Teatro Cervantes













