Por fin volvió una de las grandes citas para los amantes de la música de videojuegos. El 20 de abril vivimos una nueva edición de Games&Symphonies, el admirable proyecto del director de orquesta Adrián Ronda y del compositor, arreglista y productor Vicent Tobar. Y menudo regreso ha sido. Nada menos que en el Palau de la Música Catalana, un templo del arte y la cultura que se llenó hasta el último asiento para acoger tan solo algunas muestras de lo rica y vibrante que puede ser y es la música de videojuegos. Una plaza de prestigio que acogió al videojuego y sus sonidos, además arropando a invitados muy especiales. Adrián Ronda dirigió la Orquesta Simfònica del Vallès y el Cor Jove Amics Unió en una cita rebosante de emociones para propios y extraños del medio.

Una partida inolvidable

A las seis y veinticinco de la tarde, mientras todavía se ocupaban los últimos asientos, apareció una barra de progreso en la pantalla del escenario, dando a entender que el concierto se estaba cargando. Mientras avanzaba la barra, debajo aparecían mensajes como “Empieza la experiencia” y “Afilando lengüetas y afinando trompetas”. Cuando la barra llegó al 100 %, a las seis y media, entramos en el modo de configuración del concierto. Un cursor llevaba de un lado a otro los indicadores de brillo, con su respuesta en la luz blanca del Palau de la Música Catalana; el de color, que llevado al máximo mostraba los bustos, alegorías, altorrelieves y mosaicos del escenario con fuertes tonalidades; y finalmente la barra correspondiente a los gritos y aplausos permitió un minijuego de participación del público, que vitoreaba y aplaudía o callaba según la posición del cursor. Realmente estábamos viviendo una experiencia de juego y de celebración del videojuego antes de que sonase la primera nota.

Proyección de la pantalla de «carga del concierto». Foto: Reme Díaz / Metodologic.Net

Tras aparecer el director de la orquesta –y entusiasta promotor de esta iniciativa- y hacer el protocolario saludo a su violinista-concertino, Adrián se palpó los bolsillos de su chaqueta y se volvió al público como si le faltara algo para empezar a dirigir. En ese momento entre el público se escuchó un sonoro “¡Adrian!” que llamó su atención y la de todos. Era Austin Wintory, que se levantó y le lanzó una moneda imaginaria, que Adrián introdujo en un monedero también virtual, esta vez acompañado de su efecto de sonido. Ahora sí podía empezar la partida, y con ella el concierto. No en vano la primera pieza fue una sorprendente suite que abarcó algunos de los títulos más emblemáticos de las recreativas, todo un viaje en el tiempo desde 1980 a 1996: Pac-Man, Ghosts’n Goblins, Bubble Bobble, Contra, Black Tiger, Shinobi, Tetris, Snow Bros, Sunset Riders y Metal Slug. Lo que podría interpretarse como un simple repaso por la nostalgia en realidad era un viaje iniciático, una mezcla de sonidos de títulos que seguramente ya habíamos escuchado alguna vez en forma orquestal, como Tetris o Bubble Bobble -en ese mítico cover titulado Bandle Bobble que iba de mano en mano en los primeros tiempos del formato mp3-, junto a otros menos versionados como Sunset Riders o Black Tiger, pero que fueron muy del agrado del público.

A continuación una de las sagas que volvía al programa de Games&Symphonies (en adelante G&S), Uncharted. En concreto, una pieza que mezclaba el motivo musical de Uncharted 3 con el tema principal de la saga. Precisamente estos días que celebramos ocho años ya del lanzamiento de A Thief’s End, con la espectacular contribución musical que supuso la banda sonora de Henry Jackman, no está de más reivindicar el papel fundamental de Greg Edmonson al dotar la saga de personalidad propia en su construcción.

Tormentas de nieve ensangrentada

La primera invitada de esta edición de G&S en aparecer fue Julie Elven, como parte de la espectacular suite de la saga Horizon, cuya banda sonora está encabezada por Joris de Man. No podía faltar en dicha suite la voz que acompaña a Aloy en su aventura postapocalíptica y, aunque todavía se estaba recuperando de una fastidiosa laringitis, Julie Elven no defraudó con su interpretación. Volvería al escenario minutos después para otro de los momentos más vibrantes de la noche, interpretando el tema Blood Upon The Snow (cantado en la banda sonora original por Hozier) de God Of War Ragnarök junto al coro. Es sabido que el compositor Bear McCreary introduce diversos instrumentos étnicos que mezcla sabiamente con los orquestales; uno de los que más emplea es la zanfona, cuyo particular sonido fue sustituido  por parte de la sección de viento de la orquesta. Este recurso fue utilizado en otros segmentos del concierto, una forma hábil para completar los paisajes sonoros del repertorio programado.

El Maestro Adrián Ronda con Julie Elven en un momento del concierto. Foto: Lorenzo Duaso / Prensa G&S.

Antes de la citada segunda aparición en escena de Julie Elven disfrutamos de un frenético tema de Dying Light 2, de Olivier Deriviere, y de otro de los juegos que repitieron en esta cita, Shadow of the Colossus; la épica de uno de los primeros enfrentamientos del juego es sin duda una de las cimas creativas de Kow Otani. La música de otro de los veteranos del videojuego, Jesper Kyd y su conocida banda sonora de Assassin’s Creed II también sonó antes de Blood Upon the Snow, dentro de un bloque titulado Ezio Family’s Concert Suite, que recogió algunos de los pasajes sin duda más recordados por los seguidores de la saga. Después de la singular mezcla de epopeya y sensibilidad de Ragnarök, era el momento de calmar los ánimos y dejarse llevar, esta vez por la música de Celeste de Lena Raine, uno de los títulos mejor recibidos por el público congregado en el Palau. Eso sí, sabiamente se eligieron temas para esta suite que desplegaron un bellísimo crescendo, de la contemplación a la exaltación en la parte final.

The Perfect Blizzard era la pieza que cerraba la primera parte del concierto. Una enorme amalgama que recogió algunos de los momentos que han hecho de Blizzard una de las compañías más reconocidas del sector. De la mano de las creaciones de Glenn Stafford, Matt Uelmen, Russell Brower, Derek Duke, Tracy Bush, Chris Metzen, Cris Velasco, Sashcha Dikiciyan y Neal Acree -todos ellos veteranos de la música de videojuegos-, la orquesta nos deleitó con los sonidos de juegos como Warcraft, World of Warcraft, Diablo y Starcraft. Las imágenes que acompañaban los majestuosos sonidos de esta suite mostraban cómo ha pasado el tiempo en las décadas de existencia de las grandes sagas de rol y estrategia de Blizzard, pero sin quitar un ápice de su vigencia más allá de los avances tecnológicos; un evidente testimonio de su longevidad y su huella en el medio.

La fantasía que nunca llegó a ser final

Tras el descanso, un más que emotivo compendio con los temas de algunas de las entregas de la saga Final Fantasy, empezando por el preludio de la primera parte y terminando por FFXV, pasando entre otros por FFV y FFX, dejó muchas caras sonrientes entre el público, y alguna que otra lágrima de emoción. La música de Nobuo Uematsu y Yoko Shimomura elegida en esta suite fue un gran acierto y, aunque se echaran en falta temas de otras entregas (que sí han sonado en algún que otro concierto anterior de G&S), fueron un patente testimonio de la importancia musical de la saga rolera de Square Enix.

Llegó el turno de otro de los invitados principales de esta edición de G&S, el citado Austin Wintory, para acometer dos de los temas más reconocibles de Journey. El autor de esta y las bandas sonoras de The Banner Saga, Monaco o Stray Gods: The Roleplaying Musical, se dirigió al público con su contagioso desparpajo habitual, e incluso se atrevió a saludar con unas palabras en catalán. Cuando llegó el momento de I Was Born For This, hasta el mismo compositor contuvo la respiración; por los citados problemas de laringe de la cantante Julie Elven, que era la intérprete prevista, se optó por la voz de Júlia Illa, que salió más que airosa del improvisado desafío. Tanto que protagonizó uno de los mejores momentos del recital.

Austin Wintory dirige la banda sonora de Journey, con la voz de Júlia Illa interpretando «I Was Born For This». Foto: Lorenzo Duaso / Prensa G&S.

Aunque ya habíamos disfrutado en alguna que otra ocasión de la música de Blasphemous en directo, la suite de las dos entregas del juego de acción de The Game Kitchen fue algo muy especial. Una música apabullante, que dejaba al oyente agarrado al asiento, y que seguramente supuso la mejor interpretación orquestal de la música de Carlos Viola hasta la fecha.

Otro de los juegos que volvió al repertorio de G&S fue Rime. La música de David García es sin duda uno de los elementos que hacen el juego de Tequila algo tan peculiar y tan memorable. Pero esta vez su inclusión en el programa resultó más emotiva si cabe. La interpretación de La Canción del Mar a cargo de Mirella Díez dejó al público sobrecogido y, tras una  gran ovación, la propia cantante se mostró muy emocionada. Ese nudo en la garganta se prolongó y se transmitió a todos los presentes; incluso Adrián tuvo que tomarse un momento para recomponerse y continuar dirigiendo la orquesta, no sin antes recibir de nuevo el cariño del público por ese regalo que fue directo a cada corazón que allí se dio cita.

Y vino otro de esos cambios de ritmo de la velada que dejaban sin aliento. Era la vuelta de Undertale al programa de G&S, con la suite titulada The Other Routes. La música de Toby Fox, en las manos de la Orquesta Simfònica del Vallès nos metió de lleno en los momentos más eufóricos y frenéticos del RPG indie mejor valorado de los últimos años, como demostró el entusiasmo del público, incluso cuando la pieza (que incluía His Theme, Hopes And Dreams y Megalovania) estaba sonando. La mezcla de la orquesta, el fenomenal coro y la banda de rock brindaron unos minutos sublimes, coronados por los efectos de sonido del juego, que esta vez sí formaban parte de la llamada a la aventura que envolvió a los asistentes.

Austin Wintory volvió a coger la batuta para dirigir Baldur’s Gate 3, de su amigo Borislav Slavov. Foto: Lorenzo Duaso / Prensa G&S.

Un compositor en las nubes

Una de las grandes estrellas de la cita fue, sin duda, Borislav Slavov. El compositor y reciente ganador del BAFTA Games Awards 2024 por Baldur’s Gate 3 repartió simpatía y atención a todo aquel que se acercase a hablar con él, por ejemplo durante el descanso del concierto. Su calidez, sencillez y cercanía demostraban que el emotivo discurso de aceptación del BAFTA, que se hizo viral por motivos obvios, no era exagerada afectación sino muestra de una personalidad que derrocha honestidad, pasión y entusiasmo por el trabajo en equipo y por el medio en que desarrolla su carrera. Cuando llegó el momento de abordar su premiada banda sonora, Adrián le preguntó si quería dirigir él o cedía la batuta a Austin Wintory en su lugar. Desde la platea Borislav respondió “¡Quiero que dirija la orquesta mi amigo Austin!”. Y es que, como confesaba el compositor de Journey, resultaba paradójico que ambos se conocieran hace doce años en el PlayFest de Úbeda y que desde entonces no se hubieran vuelto a ver. Ciertamente, esas casualidades y esos golpes de suerte de distinta índole que se dieron y se comentaron forman parte de lo que sería este Games&Symphonies.

Tras el demoledor tema principal de Baldur’s Gate 3 era el turno de otro de los clásicos de los conciertos de bandas sonoras de videojuegos como G&S, The Last of Us. La música de Gustavo Santaolalla –que días después coincidió con Slavov en el Game Music Festival, celebrado en el londinense Royal Festival Hall- sigue tocando la fibra sensible de no pocos oyentes, y evidentemente forma parte de los conciertos en que Santaolalla repasa su dilatadísima carrera. Es tan icónica, tan reconocible y tan solicitada, que nos quedamos con las ganas de escuchar algo de la segunda parte del juego de Naughty Dog; ojalá en próximas ediciones de eventos como G&S podamos disfrutar de esa música que completa –por ahora- el viaje de Ellie y de otros personajes de la saga.

Una de las grandes sorpresas fue el tema Sogno di Volare, de Christopher Tin para Civilization VI. Y eso que era otro de esos títulos que repetían en G&S. Pero es que disfrutamos de una interpretación por un lado contundente y abrumadora, a la vez que sonaba como una sincera invitación a la aventura y el descubrimiento. El final se reservaba para Starfield, que de nuevo cambiaba el ritmo con una invitación bien distinta, a la exploración espacial y la búsqueda de lo desconocido más allá de las estrellas. Y aunque la suite de la música de Inon Zur sonó de maravilla, puede que se hubiera conseguido un final más apoteósico con el tema de Christopher Tin. Pero no es menos cierto que cerrar con un estreno siempre es un buen aliciente.

Orquesta, coro y director se compenetraron perfectamente con el audiovisual en el escenario durante todo el concierto. Foto: Lorenzo Duaso / Prensa G&S.

El programa se había completado, pero no iba a ser el final del concierto. Entre aplausos apareció una cuenta atrás con el dilema de tantas recreativas al quedarnos sin vidas. A la pregunta “Continue?” el público respondió afirmativamente y la recompensa fue nada menos que el tema de Skyrim, que fue muy bien recibido por la audiencia (aunque este juego ya sonó en anteriores ediciones). Tras el brillante broche final, subieron los autores invitados y los solistas para recibir el calor y el agradecimiento del público, acompañados por supuesto de Adrián y de la orquesta y del coro.

Saludo final con la Orquesta Simfónica del Vallès, el Cor Jove Amics de la Unió, las solistas Julie Elven, Júlia Illa y Mirella Díez, los compositores Carlos Viola, Borislav Slavov y Austin Wintory y el director de orquesta Adrián Ronda. Foto: Reme Díaz / Metodologic.Net

Tocata y fuga (sin esquivar a los fans)

Habían pasado casi dos horas y media de música, pero a todos nos pareció un suspiro. La energía generada esa tarde-noche en el Palau, con momentos de pura exaltación y adrenalina aventurera, de brutales y vitales compases pero también de recogimiento e intimidad, es algo difícil de explicar con palabras; como comentaba minutos después Carlos Viola, compositor –junto con Daniel Parejo, que hizo los arreglos de la suite del concierto- de la banda sonora de las dos entregas de Blasphemous, fue una emoción desbordante de principio a fin, al borde de las lágrimas (podéis leer nuestra entrevista con ellos en Metodologic.Net). Carlos también comentaba que lo vivido fue tan bello, que sería una pena que no se repitiera tal cual sonó esa noche, pero en otras ciudades, un guante lanzado con toda la intención a los promotores de G&S.

En esos corrillos que se formaron en la salida lateral del Palau, algunos fans aprovechaban para la última foto, la última firma y la penúltima confidencia al citado Carlos Viola o a Julie Elven, que ya de por sí salían emocionados del concierto. Estos escuchaban a su vez cómo su música había llegado al alma de no pocos jugadores y jugadoras, y que en algunos casos había cambiado sus vidas. Salían también los músicos para ser recibidos por familia y amigos, y había que hablar aunque fuera brevemente con Júlia Illa. La cantante, que tuvo la tremenda responsabilidad de sustituir a Julie Elven interpretando el icónico y emotivo I Was Born For This de Journey, se sentía aliviada del resultado tras haber preparado la pieza en tan solo un día, además bajo la atenta mirada del compositor de la misma.

Panorámica del Palau de la Música Catalana durante el concierto, con éxito total de asistencia del público. Foto: Lorenzo Duaso / Prensa G&S.

Que la música hace lugares comunes no es la primera vez que lo comentamos en Metodologic. Esa unión, por no llamarla comunión, de gente que disfruta de una música que no tienen que conocer para disfrutarla, como tampoco tienen que saber los juegos elegidos para dejarse llevar por las emociones que transmiten sus notas. Es cierto que asociamos ciertos juegos, así como sus melodías, a ciertos momentos de nuestra vida y que esas emociones pueden amplificarse (y con motivo) al escucharlas en directo. Pero el poder de la música, y en concreto la de videojuegos, tiene la capacidad de dejar el corazón encogido en el momento del tema principal de Rime –por citar un ejemplo- hayas jugado o no al título de Tequila Works.

Todo el mundo salió del Palau de la Música Catalana con ganas de más. Fue un regreso largamente esperado por los seguidores del evento, y esa espera ha tenido un doble premio. Por un lado, un concierto inolvidable, cuyos momentos más humanos y fascinantes hemos intentado transmitir en estas líneas. Por otro lado, con la reciente confirmación de que Games&Symphonies continuará en 2025, de nuevo en el Palau de la Música. Una excelente noticia mientras seguimos paladeando los recuerdos que nos deja esta edición: los reencuentros, las conversaciones, las sorpresas y sobre todo, la música.

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