Por suerte o por desgracia, hasta no hace mucho uno sabía perfectamente qué se iba a encontrar cuando se anunciaba un nuevo videojuego de Spiderman. Con más o menos calidad, aquellos lanzamientos basados en el trepamuros de la Marvel siguen a pies juntillas las premisas dictadas por aquel maravilloso Spiderman 2 que tantas alegrías diera a los usuarios de PlayStation 2, Game Cube y Xbox ─no así a los de PC, con aquella «versión» libre tan chapucera desarrollada por The Fizz Factor─, llegando a presentar a posteriori visiones tan interesantes como el ejercicio cel shading de Ultimate Spiderman o las espectaculares peleas del notable Spiderman: El reino de las sombras. En cualquier caso, los patrones eran similares, con un héroe que se dedicaba a machacar criminales bajo unas calles muy bien representadas dentro del concepto sandbox. No estábamos ante lo que se dice obras maestras, pero el buen hacer de una casa como Treyarch era patente en muchos de estos lanzamientos. Sin embargo, y con la saga Call of Duty apoderándose de los quehaceres de estos solventísimos desarrolladores, el hombre araña terminó cayendo en manos de Beenox, una casa que, más allá de su primer trabajo (Pillars of Garendall, un RPG con personalidad para PC y Mac), se centraron en programar para Activision licencias de esas que saca una compañía para ir saliendo del paso, a la usanza de Bee Movie o Monstruos contra Alienígenas.

De las manos de Beenox salieron un puñado de títulos arácnidos. El primero de ellos, Spiderman: Shattered Dimensions, me pareció un batiburrillo con poco sentido que trataba de tirar de pirotecnia visual, pero que hacía aguas por doquier en base a un desarrollo tan lineal como forzado (el tema sandbox pasó a mejor vida) y una cámara que no ayudaba a seguir la acción. El siguiente encargo que tuvieron fue Spiderman: Edge of Time, que mejoraba bastante su anterior obra recogiendo algunas piezas de los clásicos de Treyarch, todo ello mientras se apoyaba en un sólido guión del legendario escritor Peter David (el creador del futurista Spiderman 2099). Pero la cosa seguía estando muy lejos de la chicha de aquel mítico Spiderman 2, juego que sustentándose de un hardware añejo aún conseguía elevarse por encima de todos los títulos que el trepamuros había protagonizado en la presente década. No obstante, la absoluta decadencia del lanzarredes llegó con el dúo videojueguil basado en las dos películas de The Amazing Spiderman. Y no porque fuesen un desastre como obra, ni mucho menos; pero se dejaba notar en ambos casos desde el minuto uno la más absoluta de las ausencias en lo que a pasión e inspiración se refiere. Eran juegos decentes (más el segundo que el primero), pero era evidente que se trataban de trabajos de encargo realizados con oficio, pero sin mucho amor que digamos. Algo hasta cierto punto lógico, si hablamos de desarrollos ciertamente apurados en tiempo y presupuesto.

Y llega el Marvel’s Spider-man de Insomniac. Una Insomniac que vuelve al siempre poderoso manto de Sony tras haber tenido un periplo inusualmente pródigo en lanzamientos multiplataforma (con tres juegos para Oculus Rift y el precioso Song of the Deep para PC, Xbox One y PS4) justo después de publicar el fantabuloso Ratchet & Clank. A partir de ahí, no dejaron de trabajar en exclusiva en el que, sin temor a equivocarme, es el mejor videojuego que se ha parido sobre el superheróico alter ego de Peter Parker. El por qué, aparte del propio talento de Insomniac para firmar grandes obras, reside en cierta medida en los valores de producción de los que goza este título, con un tratamiento propio de los ejercicios first-party de Sony Interactive Entertainment Worldwide Studios. Y os prometo que estoy siendo totalmente objetivo con lo que voy a decir, pero analizando con cierta perspectiva lo que ofrecen trabajos como este Spider-man o lanzamientos como God of War, Horizon Zero DawnUncharted: El legado perdido, se pueden entender los motivos por los que la marca PlayStation está en un estado de gracia difícil de asimilar por la competencia.

Lo interesante es que, en su esquema jugable, el juego de Marvel’s Spider-man no es esencialmente diferente de lo que hemos estado viendo durante todos estos años al respecto del personaje. Seguimos ante un sandbox cuyo gran baluarte en términos de libertad de acción es el poder movernos a lo largo y ancho de Manhattan (con un mapeado que triplica el visto en Batman Arkham Knight) balanceándonos por las alturas con nuestras telarañas. Todo hay que decirlo: siempre ha sido una gozada el hacerlo en los juegos previos; pero la experiencia plasmada por Insomniac es inenarrable. Saltar y colgarnos de los rascacielos a toda velocidad es increíblemente placentero, una verdadera gozada para los sentidos y a nivel jugable. Es tal lo que transmite que, por muchos kilométricos viajes que tengamos que hacer de punta a punta ─y teniendo la opción de viaje rápido─ terminaremos disfrutando una y otra vez del asombroso método de transporte de nuestro arácnido. Además, el hecho de balancearnos hará que por el camino nos encontremos con mil cosas igual de entretenidas pad en mano, desde atracos, secuestros, accidentes en los que poder echar un cable…

Pero por mucho que haya que hacer, es primordial contar con una buena trama a poco que deseemos vivir una aventura como dios manda. Y Spider-man cumple de manera exquisita, gracias a un equipo de guionistas de entre los que destaca el nombre de Dan Slott, máximo responsable de los diez últimos años del hombre araña en los cómics. De ahí que los lectores habituales del trepamuros identifiquen rápidamente elementos propios de esta etapa, como la presencia del Señor Negativo, Yuri Watanabe o a la inmortal Tía May trabajando en el albergue Feast. Sin embargo ─y esto va para todos los que temen que el longevo “lore” de Spiderman les sobrepase─, el guión se ha escrito de tal forma que, por decirlo de alguna manera, es maravillosamente apto para todos los que aquí se inicien con Spidey. De hecho, determinados elementos se reescriben totalmente para la ocasión, como son los personajes de Otto Octavius, Miles Morales o Mary Jane Watson. Esta última, por poner un ejemplo, deja de ser modelo para convertirse en una aguerrida periodista.

Pero que no se asusten los fans más irredentos: la trama funciona, y los personajes, a pesar de tener roles algo distintos, casan a la perfección con los originales. El feeling Spiderman es cien por cien, y os lo dice uno que dejó de comprar con asiduidad los cómics hace justamente una década. Está muy lejos de ser un “reboot” radical a la usanza de la película Spiderman Homecoming, y eso se agradece, aunque veamos a Peter Parker utilizar ciertas tecnologías más acordes con los tiempos que corren (algo en verdad bastante lógico). En todo caso, nada más arrancar esta genialidad de Insomniac, en lo que es una fantástica y directa transición hacia el gameplay, tomamos el control de un Spiderman embutido en su maravilloso y clasiquísimo traje dirigiéndose hacia un conflicto como pocas veces habremos visto en un videojuego, un Spiderman vs Kingpin que es puro espectáculo tanto en lo cinemático como en lo jugable, mezclando géneros con arte y vistiéndolo de una diversión que en ningún momento se queda en tierra de nadie. Épica que no eclipsa el lado más humano del plantel, donde se recoge el viejo testigo de Stan Lee para hacernos ver que Parker es, antes que héroe, un tío que sufre las penalidades del día a día como tú o como yo.

Luego está el planteamiento audiovisual, que sabiendo de los valores de producción con los que Sony suele impregnar a su producción exclusiva para PlayStation 4 no podemos esperar otra cosa que el máximo nivel. Aunque todo hay que decirlo, solo hay que echarle un vistazo a lo que Insomniac hizo con el exclusivo Sunset Overdrive de Xbox One para ver que estos desarrolladores están hechos de otra pasta. Y ya que hemos mencionado a este incomprendido del catálogo de la consola de Microsoft, se ve a la legua que el nuevo Spider-man tiene mucho de Sunset Overdrive. Pero subiendo peldaños, muchos peldaños. Y es que no recuerdo una representación de Nueva York tan espectacular en un videojuego, me cuesta encontrar símiles a la hora de comparar las ágiles y rapidísimas animaciones de nuestro héroe, me es imposible poder citar ahora mismo un título que no sea tan absurdamente “fotografiable” como este Marvel’s Spider-man. Todo lo que os pueda decir es poco, y encima con una depuración a nivel de código que asusta si tenemos en cuenta que estamos ante un juego amplísimo. De verdad, no hagáis caso de esas anomalías de la humanidad que se empeñan en decir lo contrario.

Y la atención al detalle. Porque como diría el señor Martin Li, el diablo está en los detalles… Y aquí hay para aburrir. Por eso merece mucho la pena balancearnos una y otra vez, porque se nos caerá la mandíbula con cada floritura del trepamuros, con los homenajes al universo Marvel, con los enemigos, las alucinantes peleas… Pero aparte están aquellas cosas que no se ven a primera instancia. Para que os hagáis una idea, cuando habla Spiderman podremos escuchar sus frases de distinta manera según esté en reposo o en acción. O sea, contestando su teléfono, un mismo “¡Hola, tía May!” puede sonar tranquilo o agitado dependiendo de lo que estemos haciendo. Haced cuentas: la mayoría de las voces del lanza-redes han sido interpretadas dos veces. Siguiendo con el audio, hay que hacer especial mención a la música. John Paesano, responsable de componer la banda sonora de Daredevil y The Defenders para Netflix ─y al cual hemos podido escuchar en Mass Effect: Andromeda y en el reciente Detroit: Become Human─, escribe una partitura con claras reminiscencias a las melodías que ideara Danny Elfman para la trilogía Spiderman de Sam Raimi (trilogía que también ha servido de influencia para el juego), y que llega a tener un más que palpable porción de protagonismo una vez comienza a sonar. Es calzarnos el uniforme, ponernos a balancear y comienza a sonar un tema con personalidad, fantástico en lo que transmite y susceptible de hacer que pensemos en el bueno de Peter Parker con solo unas notas.

Podría seguir contándoos cosas de este juegazo. Podría hablaros de los tensísimos combates y su maravilloso control, del ideal modo foto, del inefable J. Jonah Jameson, de los distintos trajes, de las escenas en las que controlamos a otros personajes, de los geniales y carismáticos enemigos, etc. Incluso podría sacar a colación del lanzamiento lo llamativo de que una PlayStation básica pueda mover con absoluta soltura un monstruo que, tal cual luce, sería abrumador imaginarlo correr de esa guisa en un PC de gama alta. En conjunto, palabras y palabras factibles de resumirse todo en una sola expresión: imprescindible. De hecho, lo más seguro es que ya tengas un lustroso ejemplar de Marvel’s Spider-man mientras lees estos párrafos… ¿a que sí?

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