Cuando pensamos en Far Cry 2, aún perdura el agridulce sabor de boca que dejó al no cumplir las expectativas que teníamos los fans del juego original de Crytek. No obstante, Ubisoft sí que supo dar en el clavo ─aunque de manera inesperada para ellos, como más tarde confesarían─ con una tercera parte capaz de brindar infinitas horas de diversión a todos aquellos que se atrevieron a perderse en su jungla de la mano de la locura de Vaas. Con semejante éxito, no era de extrañar el que sus creadores volviesen por los mismos fueros, llegando en poco tiempo títulos como Far Cry 4 y Far Cry Primal donde la franquicia seguiría a rajatabla las premisas de acción y supervivencia extrema en grandes entornos.

La base jugable de estas últimas entregas repetía el esquema diseñado para Far Cry 2 que ciertamente popularizara la tercera parte: misiones principales para el modo historia, también tareas secundarias que realizar por todo el mapa, fortalezas que asaltar, animales para cazar, habilidades y armas por mejorar… Quizás en este aspecto podría decirse que Far Cry 4 pecaba de un acusado continuismo, algo usualmente achacable a una Ubisoft que tiende a estirar en demasía sus chicles (a veces más de lo necesario). Tampoco sería un problema si Far Cry 4 no terminara siendo una producción repetitiva, carente de la emoción de su más inmediato predecesor ─quizás por la perdida de frescura que supuso─ y con un ritmo de acción que terminaba diluyendo su factor lúdico. Far Cry Primal mejoraba la situación cambiando el marco de circunstancia argumental, con los protagonistas inmersos en una aventura prehistórica; si bien la sensación de estar ante el mismo andamiaje seguía más que presente. Quizás por todo esto era fácil llegar a la conclusión de que Far Cry 5 ofrecería tres cuartos de lo mismo, con el riesgo que todo ello supone el pensar así y perderse tamaño juegazo.

Lo estupendo es que Far Cry 5 comienza magníficamente, e introduce una temática argumental que, mal que nos pese, tiene sus importantes visos de realidad y, por qué no decirlo, de actualidad. Al fin y al cabo, el escenario se sitúa en una zona ficticia de Montana copada por una malintencionada secta de adoradores a las armas… quizás bastante afines a la política de cierto presidente de rubio tupé. Allí, un prominente predicador llamado Joseph Seed asume que es el elegido para llevar la divina misión de proteger a la gente del condado de Hope de un colapso inevitable, y ha establecido una congregación que responde al nombre de La Puerta de Edén. Pero la realidad es que este “salvador” es un predicador radical, y su particular organización no es más que un culto militar del juicio final. Como no podría ser de otra manera, el culto ha intentado convertir a la población, amenazados de muerte si piden ayuda al gobierno federal.

Far Cry 5 comienza cuando el protagonista (alguacil de la oficina del sheriff) y un grupo de oficiales de la ley intentan arrestar a Seed. El caos se desata, mueren compañeros, otros son atrapados por la secta y Seed, que sale indemne de la situación, ordena nuestra captura. El jugador y su personalizable agente se verá arrastrado al conflicto armado entre La Puerta de Edén y los desesperados residentes del condado de Hope, quienes están organizando un movimiento de resistencia. Todo esto da pie a una serie de situaciones que, en primera instancia, nos pueden recordar a todo lo vivido en las anteriores entregas: asaltos en los que se mezcla el sigilo y la acción más desenfrenada, manejo de vehículos a lo largo y ancho de un mapa de respetables proporciones, conquista de zonas clave… Pero, a pesar de las coincidencias jugables, las sensaciones se disparan, y la experiencia final es radicalmente distinta. Lo genial es que Ubisoft ha sabido reinventarse, y esta última iteración logra huir del factor repetición a base de ofrecer una jugabilidad fluida de lo más agradable, un notable gunplay, una ─divertidísima─ aleatoriedad de sucesos que le otorgan más naturalidad que nunca, ojo, una ambientación que sabe aunar a la perfección lo acogedor de un sitio precioso con el mal rollo de la iglesia de Seed.

Las misiones de Far Cry 5 son similares en planteamiento a las que jugamos en la cuarta entrega, donde vuelven a destacar los asaltos a las fortificaciones enemigas, algo que podemos realizar de manera sigilosa (muy mejorado este aspecto) u optar por llamar a un amigo para que, por poner un ejemplo, bombardee la zona desde su avioneta, mientras nosotros desenfundamos nuestras armas para arrasar con todo pobre desgraciado que se ponga a tiro. Por su parte, el mapeado, que tiene una extensión similar a la vista en Assassin’s Creed Origins, servirá como marco para una experiencia que huye de manera palpable de la disimulada linealidad de los anteriores Far Cry, asemejándose en este sentido a la mecánica de progresión del fantástico Ghost Recon Wildlands. Los jugadores pueden vivir la experiencia a su manera, en lo que es un enfoque dinámico que se nota desde el primer minuto, convirtiéndose en una odisea extremadamente orgánica. También el juego en equipo hace que la jugabilidad alance nuevas cotas, ya que la campaña puede jugarse en compañía gracias a las posibilidades del multijugador cooperativo. En solitario, esta entrega adopta un sistema de reclutamiento de ciudadanos controlados por la IA que nos recordará al sistema «Buddy» utilizado en Far Cry 2. Además, y al igual que podíamos hacer en Primal, los usuarios pueden tener a su lado tremendos animales domesticados y hacer de ellos buenos compañeros.

Hay una cosa que me ha encantado del condado de Hope. Y es que, a pesar de lo que pueda indicarnos una pequeña sorpresa inicial, se han eliminado las torres y las consecuentes ─y eternas─ escaladas. En palabras de los diseñadores del juego: «Creemos que así se potenciará la exploración. En Far Cry 3 y Far Cry 4 el jugador pasaba por momentos en que la única manera de averiguar qué hacer en una determinada zona del mapa era subir a una torre y desbloquear las actividades disponibles. Queríamos centrarnos en la exploración y en la sensación de no saber qué hacer o qué lugar visitar”. Esto sin duda promueve el que interactuemos con los habitantes de la zona y, por supuesto, que le presentemos la máxima atención al entorno. Se potencia así sobremanera la sensación de descubrimiento y de realismo. Algo parecido ocurre con el minimapa, que se ha eliminado con la idea de que los jugadores eviten el estar mirando continuamente el rincón de la pantalla mientras se pierden lo vivo del mundo de Far Cry 5. Incluso conduciendo se traduce esto en una experiencia digna de ser vivida.

El modo cooperativo online ya estaba presente en el episodio anterior, aunque era más limitado que el que tenemos a nuestro alcance en Far Cry 5. Tampoco faltan opciones para cuando nos cansemos de la campaña, algo que, todo hay que decirlo, es harto complicado a poco que te dejes atrapar por la salvaje naturaleza planteada por Ubi. El que esto suscribe, habiéndose terminado la historia, sigue dando vueltas por el fantástico escenario y no paro de encontrar secretos, cosas curiosas y un sinfín de interesantes situaciones. En todo caso, recurriremos sí o sí a la modalidad Far Cry Arcade, donde tendremos escenarios y retos en cantidad. Y todo esto sin mencionar los añadidos que ─previo pago─ se han ido incorporando poco a poco al conjunto, siendo de lo más recomendable (y sin que sirva de precedente) abrazar el season pass.

A nivel técnico, Far Cry 5 ya no viene lastrado por las versiones intergeneracionales. Ya de por sí lo hacía Primal, si bien todavía había resquicios de aquellos malabares que hacía Ubi para que un juego como Far Cry 4 pudiera correr en sus versiones menores para PS3 y Xbox 360. Es por ello que, por fin, tenemos un Far Cry que se siente pletórico en las actuales plataformas, mostrando un planteamiento gráfico sencillamente impresionante. Texturas, modelado, efectos… Todo se siente creíble, y para colmo rinde de fábula. A nivel sonoro tres cuartos de lo mismo: el juego es asombroso por el desmesurado cuidado que destilan todos y cada uno de sus apartados. Menuda banda sonora, más que capaz de, gracias a su excepcional personalidad, dar más carisma aún a cada uno de los locos hermanos de John Seed.

 

Si a esto le unimos el hecho de que la jugabilidad ha pegado un salto demoledor con respecto a los ya de por sí divertidos predecesores, podemos afirmar que Far Cry 5 es todo un imprescindible. En serio, haceos con este juegazo y dejaos llevar para disfrutar de una experiencia a todas luces fantástica. Yo me arrepiento de haber tardado tanto (Ubisoft no es de las que nos facilitan el hacer reseñas de sus lanzamientos), si bien la circunstancia de aprovechar su actual precio ha sido toda una bendición que, oye, ha propiciado que me lo pasara genial y que pudiera a posteriori redactar este tardío texto.

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