Después de vivir cierta saturación de “Diablos” y derivados, confieso que estaba algo reticente de cara a enfrentarme a este Killsquad, cuya futurista propuesta sobre el papel parecía partir del concepto jugable del clásico de Blizzard. Afortunadamente, el hecho de tener que hablaros de este juego significó, claro está, el que tuviera que dedicarle tiempo… ¡Y menos mal! Porque amigos, Killsquad es canela fina, un bombazo que a pesar de surgir de una serie de premisas absolutamente clásicas se siente tan fresco como viciante.

Sus creadores, el estudio español Novarama (¿recordáis Invizimals?), lo definen a la tal que así: Killsquad es un RPG que se disfruta como un juego de acción, con un gameplay ideal para darle caña con pad o con el propio teclado. Así pues, y a pesar de que el planteamiento hereda multitud de matices típicos de los RPG de acción al estilo Diablo, las mecánicas se sienten de pleno como las de un juego de acción puro y duro, acercándose sobremanera a lo mostrado por títulos de peso como Helldivers o incluso el medieval ─y estupendísimo─ Gauntlet de Arrowhead. A este respecto, algo que le va como anillo al dedo al objetivo de Killsquad de ofrecer sesiones cortas, cuya adrenalinítica intensidad se hace igualmente apta participando en equipo (4 jugadores en modo cooperativo) o afrontando el reto en solitario.

El marco de circunstancia en el que se sitúa Killsquad es uno de esos futuros en los que la galaxia es un caos, con jaleos entre planetas y corporaciones que patrocinan la creación de “killsquads” para saquear y conquistar la poca riqueza que aún existe. Así pues, y en el papel de uno de estos mercenarios, elegiremos misión a través de un sistema de contratos online, reconfiguramos nuestras habilidades durante la misión y masacraremos por el camino a todo lo que se nos ponga por delante. Y por supuesto, haciéndonos con todos los materiales que salgan a nuestro paso de cara a que estemos siempre dispuestos ante las hordas de enemigos y los temibles jefes.

Una de las cosas que más llama la atención de Killsquad es el equilibrio logrado entre los distintos personajes, algo muy a tener en cuenta asumiendo que el juego todavía se encuentra en “early access”. Cuatro son por el momento los cazarrecompensas disponibles, cada uno con una clase y árbol de habilidades que iremos desbloqueando con nuestro progreso. Cada héroe (definidos por las clásicas clases: tanque, apoyo, dps…) tiene su propio conjunto de habilidades iniciales y pasivas. A partir de ahí, al subir de nivel, podremos elegir nuevas habilidades para adaptarlo a tu estilo de juego.

El resultado es un torrente de acción con sutiles aportes de estrategia que resulta de lo más adictivo. Es difícil soltar el pad una vez nos enganchamos seriamente con Killsquad, porque la verdad sea dicha, está muy, pero que muy bien planteado, y responde a la perfección en los términos audiovisuales propios de un juego AAA. Con todo, aún queda mucho por enseñar, y su temprano estado “early access” lo condena a que por el momento solo podamos contar con el apuntarnos a un contrato con nuestro particular escuadrón o a unirnos a otros equipos que puedan precisar ayuda. Pica mucho eso de competir con otros escuadrones de todo el mundo ganando recompensas de contrato, progresando en el meta-juego en lo que parece un universo en constante evolución. Pero echamos en falta un contenido que respalde el universo con propiedad, con detalles como una historia que luzca palmito de alguna manera. Todo se andará.

Lo bueno es que, aún con todo, prevalece su ritmo, el gran sentido de la acción que tiene y lo estupendamente planteado del conjunto jugable. Todavía le queda camino a Novarama para terminar de plasmar lo que tienen en mente, amén de que cuentan con el usuario y su experiencia con el juego para ir redondeando un producto que sin duda promete lo suyo. Todos aquellos que disfrutaran hace algunos años con el último Gauntlet o, cambiando de género, sean fans del estilo Destiny, probablemente se sentirán en Killsquad como pez en el agua. Tomad buena nota porque estamos ante un título muy, pero que muy a tener en cuenta.

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