Dice el bolero Volver “que veinte años no es nada”. Pues el festival MOSMA (Movie Score Málaga) ha cumplido ya este 2025 diez años de vida y nos ha ofrecido una montaña rusa de emociones en su edición celebrada del 24 al 26 de octubre en los teatros Cervantes y Echegaray.
Y decimos montaña rusa porque desde el principio hemos vivido alguna que otra decepción que luego ha sido compensada con esas experiencias que solo este festival es capaz de brindarnos cada año.

Entre las decepciones, el sorpresivo recorte de un día de esta edición fue de lo primero que nos llamó la atención. Además, no sabemos si por el cambio de fechas de las últimas ediciones, que encima este año ha hecho que casi coincidiera con la San Diego Comic Con Málaga (aunque parezcan eventos diametralmente opuestos, comparten cierto público), los invitados no fueron anunciados hasta tres semanas antes y, para más inri, solo se anunciaron dos de los mismos y, con todos nuestros respetos, no los más atrayentes: Éric Demarsan, compositor francés al que apenas conoce nadie en España y menos en Málaga, y Roque Baños, al que adoramos y admiramos enormemente pero que ya había estado en otras dos ocasiones con un repertorio mucho más atractivo que el que ofrecía en esta edición. Así pues, en las notas de prensa que tendrían que haber atraído al público a un festival aún demasiado desconocido (muy a nuestro pesar) no aparecieron los otros dos invitados de gran renombre y que conocimos con cuentagotas (al estilo de los anuncios de la citada SDCCM) y solo por redes sociales: nuestro querido Borislav Slavov y el gran Trevor Jones, que volvía a encontrarse con el festival tras su visita en 2017.
El programa del festival, además de recortado en días, también fue descubriéndose poco a poco en esos días anteriores a su celebración y fue una versión súper condensada de lo que deberían haber sido al menos cuatro jornadas de festival.
El viernes, lo que debiera haber supuesto la inauguración del evento fue únicamente la celebración de los XVI Jerry Goldsmith Awards, que volvieron al festival pero con un formato tan reducido e íntimo que prácticamente solo contó entre sus asistentes (por invitación) con los propios nominados, prensa del sector y algunos amigos. Y no era por falta de calidad entre los nominados y premiados ni por la trayectoria de dichos premios sino, en nuestra opinión, por esa tendencia a hacer eventos “para el público pero sin el público”. Por cierto, en la categoría de videojuegos ganó Óscar Araujo por su trabajo en Blades of Fire, aunque no pudimos tenerle en persona por cuestiones de agenda.
Así, en la práctica, el viernes no podemos contarlo como un primer día real del festival, que sin embargo tuvo el sábado como día fuerte con una mañana repleta de encuentros con los compositores ganadores de los Jerry Goldsmith Awards, Borislav Slavov y Trevor Jones, además de una tarde noche cargada de música con un concierto de casi cuatro horas de duración que repasó estos diez años de festival y su gran familia (os lo contamos más adelante).

El domingo quedó por tanto reducido al encuentro con Demarsan y Baños y un concierto algo disperso con algunas obras del primero (que recibió el MOSMA Maestros aunque no estaba anunciado en el programa), la música de Roque Baños para distintas comedias españolas (Un hipster en la España vacía, Torrente y ¡A todo tren! Destino Asturias), un pequeño homenaje a Lalo Schifrin (fallecido este año) y obras de otros compositores españoles ya conocidos del festival como Sergio de la Puente, Joan Martorell o Luc Suárez. Faltó aquí como decimos ese hilo narrativo que otros años ha dado coherencia temática a cada concierto, ya sea por género o autores invitados u homenajeados, algo que creo que se vio reflejado en el menor interés del público por este concierto con respecto al del sábado.
Pero como dijimos al principio, esa montaña rusa también tuvo momentos álgidos que, como siempre, hacen que compense todo lo demás y que perdonemos esos pequeños pecados cometidos en esta edición que, eso sí, se merecía mucho más al ser la décima.
Por supuesto, como cada año el MOSMA es un lugar de encuentro de aficionados de la música del audiovisual que formamos también una pequeña gran familia y que esperamos siempre este evento para retomar el poder compartir nuestra pasión por la música. Además, poder hablar de tú a tú con los propios compositores, en un ambiente tan amigable y cercano, hacerse unas fotitos con ellos y que te firmen (gratis) tus discos o películas es un tesoro que no podemos agradecer lo suficiente y que, a la vista de otros eventos, deberíamos valorar mucho más. Es una seña de identidad que esperamos no se pierda nunca en este evento.

Volvió también la preciosa fanfarria del MOSMA compuesta por el malagueño Arturo Díez Boscovich y que llevábamos algunos años sin escuchar. Qué mejor momento que el décimo aniversario para hacer sonar esa épica música en los dos conciertos.
Y en la cúspide de esa montaña encontramos la vuelta de la música de videojuegos al festival, no solo en el concierto del sábado sino con la visita del aclamado y querido compositor Borislav Slavov (al que entrevistamos en el Games&Symphonies de Barcelona en 2024 y con el que también estuvimos en el London Soundtrack Festival de febrero de este año). Vamos por tanto a contaros qué fue del sábado en MOSMA, el día grande del festival para los aficionados a los videojuegos.
Sobre el encuentro con Borislav Slavov, ya que fue relativamente breve pero bastante intenso, consideramos interesante transcribíroslo para que podáis disfrutar de las completísimas respuestas del compositor, que son pequeñas grandes historias de una vida dedicada a su pasión por la música de videojuegos. Aquí puedes leerlo entero.
El sábado trajo también el primero de los dos únicos conciertos extraordinarios que ofrecía este año el festival. No es fácil condensar diez años de música de todo tipo en un solo concierto y eso provocó que su duración fuera excesivamente larga, llegando casi a las cuatro horas (una más de la prevista). El público, que llenó el Teatro Cervantes, aguantó el tipo a pesar de que la primera parte previa al descanso fue ya de por sí muy extensa, casi de tres horas, dejando para la última parte el precioso segmento dedicado a Trevor Jones.

Es de reconocer el mérito de la Orquesta Sinfónica de Málaga que, a pesar del exhaustivo repertorio, estuvo a la altura a nivel interpretativo durante toda la velada. Igualmente, destacamos en general la interpretación del Coro de Cámara de Granada, a pesar de que en ocasiones no se escuchó del todo su potencia, de la solista Alba Chantar que siempre cumple las expectativas y de los magníficos directores que se pusieron al frente de la batuta en esta ocasión especial: Óscar Senén, Joan Martorell y Arturo Díez Boscovich.
Para los aficionados a los videojuegos, que precisamente este primer concierto comenzara (tras la fanfarria de MOSMA) con una suite de Remnant 2 y Asgard’s Wrath 2 ya nos reconciliaba con esa ausencia de otros años y nos daba cuenta de la importancia que tienen las bandas sonoras de videojuegos y del necesario hueco que se han ganado en conciertos sinfónicos de música del audiovisual. La suite estuvo dirigida por Óscar Senén, una sorpresa ya que no estaba en el programa y siempre es una delicia verle dirigir, más aún una pieza de dos videojuegos que ha compuesto él mismo junto a Rob Westwood. La grandiosa composición, que mezcla a la perfección música sinfónica y coros clásicos con sonidos más modernos de guitarras eléctricas, sintetizadores y batería, fue una elección muy apropiada para abrir el concierto por todo lo alto. Disfrutamos además de esa dirección delicada y a la vez poderosa de Senén, uno de los grandes nombres de la música de cine y videojuegos de nuestro país y que ha traspasado fronteras colaborando con músicos como Hans Zimmer, Rupert Gregson-Williams o Lorne Balfe. La orquesta y el coro brillaron con luz propia (si bien los vientos metal tapaban a veces al coro) y Alba Chantar hizo gala de su estupendo registro vocal para completar una suite maravillosa.

Este primer “bloque” dedicado a los videojuegos se cerró con una apoteósica suite de diez minutos de Baldur’s Gate 3, arreglada expresamente por Borislav Slavov para la ocasión y dirigida magistralmente por Joan Martorell. En esta versión que sonó algo distinta a la original del juego, pudimos maravillarnos con esa obra maestra a través de varios temas entrelazados. En primer lugar, la épica obertura del Main Theme Part I (donde Alba volvió a cautivarnos con su voz soprano) aunque sonó algo más lenta pero igual de emotiva nos puso los pelos de punta. Sin interrupción (y curiosamente sin que el público aplaudiera a destiempo) sonó el tema coral Nightsong, que nunca habíamos escuchado en conciertos previos (excepto en el concierto solidario Un viaje por la música de videojuegos del que os hablamos en julio) y de ahí marchamos con energía al Mind Flayer Theme, que sí escuchamos aislado en el concierto del State of the Art: Games Music Day en el London Soundtrack Festival para acabar con otro tema que nunca falla, el apoteósico Raphael’s Final Act, donde a la extraordinaria voz de Alba y al Coro Cámara de Granada se unió el mismísimo Borislav, que con total desparpajo y un carisma indiscutible protagonizó la gran sorpresa de la noche para los aficionados al videojuego, que lo disfrutamos a tope con una sonrisa de oreja a oreja. Sin duda, fue uno de los grandes momentos de la velada.

El concierto continuó con el segmento dedicado a “la familia del festival”, donde Arturo Díez Boscovich fue el encargado de dirigir la mayoría de los temas de la primera parte, excepto una magnífica suite de la banda sonora de John Powell para Cómo entrenar a tu Dragón 2, dirigida por Óscar Senén (aunque no aparecía así acreditado en el programa) y Joan Martorell dirigió la segunda. Fueron desfilando algunos de los compositores que han participado en estos diez años en MOSMA a través de vídeos donde saludaban al público y felicitaban a su manera al festival por esta década de vida. Ahí podíamos darnos cuenta de cuánta gente ha pasado por MOSMA (y eso que eran todos los que estaban pero no estaban todos los que son), de la increíble suerte que hemos tenido al poder contar con este evento a pocos metros de casa. Entre ellos, personajes como John Debney, Marc Shaiman, David Shire, Kenji Kawai, Murray Gold, Jeff Beal, Sherri Chung o Jeff Russo fueron introduciendo cada tema o suite de alguna de sus obras (ver programa). Debemos decir que la elección de los temas y los arreglos de las suites fueron muy acertadas, incluso incluyéndose temas que en su día no pudimos escuchar en directo. Es el caso precisamente del emotivo tema principal del videojuego Medal of Honor: European Assault, Dogs of War, compuesto por Chistopher Lennertz, que no tuvimos la suerte de disfrutar el año pasado cuando hubiera sido lógico incluirlo en un repertorio donde Blake Neely tocaba sus propios temas de las series de Spielberg (Band of Brothers, The Pacific y Maestros del Aire) que completaban, junto a Salvar al soldado Ryan y el citado videojuego, una trilogía dedicada a la Segunda Guerra Mundial.

Este tema, que por cierto sonó espectacular, fue uno de las pocas bandas sonoras de videojuegos elegidas en esta parte del concierto, además de una versión del tema principal de The Last of Us de Gustavo Santaolalla que sonó preciosa pero muy distinta a la original, al no aprovechar la importancia del ronroco o, en su defecto, de la guitarra acústica. Y es que, para nuestra sorpresa (negativa en este caso), la anunciada Xenoblade Chronicles de Yasunori Mitsuda no se llegó a interpretar, lo que fue decepcionante para muchos de los que esperábamos rememorar esa gran pieza de videojuegos. No sabemos si el no poder contar con su saludo por temas de agenda o la excesiva duración del concierto tuvieron algo que ver pero, sin duda, si esto fue así hubo temas que podrían haberse recortado un poco (como el de Top Gun, que aunque precioso resultó finalmente largo y repetitivo, sobre todo estando al final de esta primera parte del concierto) para dejar espacio a Mitsuda, que fue en 2019 uno de los mayores reclamos de la historia del festival.

Y hasta aquí la música de videojuegos en el concierto, al que aún le quedaba un reestreno de la suite compuesta por Arturo Díez sobre la trilogía Heredero del Imperio de Star Wars (que aunque maravillosa creemos que sobró en este concierto tan extenso), un merecido descanso para público e intérpretes y una última parte dedicada a Trevor Jones, que fue preciosa pero que llegó ya con personas que tuvieron que marcharse y con cierto cansancio incluso para aquellos melómanos apasionados por la música de cine. No obstante, la suite de Cristal oscuro sonó apoteósica, con una orquesta y coro que no parecían llevar a sus espaldas tres horas de concierto, y que en nuestra opinión debería haber sonado al final del segmento ya que de por sí no siguió u orden cronológico ni temático en su representación. Sonaron pues Dark City, El sabor de la muerte, la citada Cristal oscuro y Dentro del laberinto (Suite orquestal realizada por Arturo Díez Boscovich).

Una gran ovación despidió a los músicos, compositores y directores de orquesta que habían superado esa gran prueba de este exigente primer concierto extraordinario, no sin antes poder escuchar a Trevor Jones dirigirse a la audiencia para agradecer el haber podido volver a Málaga para este festival y regalarnos, para finalizar, el tema principal de El último mohicano, dirigido por Boscovich, y con el que esta vez sí, dijimos adiós a una velada sobrecargada de música y emociones.
Porque al igual que dicen que uno ve su vida pasar en imágenes cuando llega el momento de la despedida, en este concierto nosotros vimos pasar la vida en bandas sonoras. Algunas que nos acompañaron en malos momentos, otras que nos hacen sonreír cuando la escuchamos, otras que nos emocionan o son capaces de sacar lo mejor de cada uno. Porque la música tiene ese poder y en MOSMA lo han demostrado esta década. Diez años que no son nada pero que lo son, a la vez, todo.
Foto de portada: Eloy Muñoz / Festival de Málaga
N. de la R.: Queremos agradecer un año más al Teatro Cervantes y a la responsable de comunicación de Málaga Procultura, Ana García Inglán, por su amabilidad y su buena disposición con Metodologic para poder cubrir este evento.





























