Año 1998. El que escribe estas líneas, con sus 22 años, y con todos los sentidos y energías puestas en devorar multitud de aquellas aventuras e historias que encontraba en cualquier tipo de forma lúdica ya sea por vía electrónica, literaria o cinematográfica; descubrió de pronto un juego diferente, algo que por entonces no se conocía. Un título de estrategia táctica en tiempo real, con unos gráficos súper detallistas y con unos protagonistas hablando en perfecto castellano, acatando las órdenes sin ni tan siquiera dudarlo un solo momento. La aventura a la que estoy haciendo referencia era digna de auténticos profesionales del combate, ambientada en la Segunda Guerra Mundial y con un equipo de soldados cada uno con sus habilidades especiales, como el zapador, el francotirador, el marine, el conductor o un espía. Con todo esto a tu favor, se planteaba finalizar la misión de mil maneras, a cada cual más original y difícil, muy difícil. Era un juego para verdaderos hombres duros y valientes… como los protagonistas de esta historia bélica. Una compañía española como Pyro Studios estaba detrás de uno de los más grandes juegos de estrategia bélica en tiempo real que ha llegado a nuestros ordenadores (y más tarde también sus secuelas en consolas), incorporando al argot de nuestro ocio el título de esta creación para hacer referencia a aventuras parecidas, como si se tratase de un género más. La mítica obra de la que estoy hablando era Commandos: Behind Enemy Lines.

Año 2017. Ese mismo adolescente ya no es tan joven ni tiene el mismo tiempo para investigar y buscar cosas nuevas. Ahora continúo teniendo el mismo sentido de la curiosidad e inquietud que antes, y sigo estando receptivo a la hora de encontrar aventuras buenas y nuevas con las que disfrutar en las máquinas actuales; así que, publicado por Daedalic, compañía que últimamente se está convirtiendo en una de mis preferidas, descubro un título que me lleva de pleno a esos años donde tan solo era un jovenzuelo, en lo que es un videojuego con todo el sabor y el espíritu del título antes ya mencionado; me estoy refiriendo a Shadow Tactics: Blades of the Shogun. Esta obra nos llegó en diciembre del 2016 en PC, que es la versión de la que os voy a hablar, y más tarde, sobre agosto del 2017, se lanzó también para PlayStation 4 y Xbox One. Del equipo alemán Mimimi Productions, estudio con pocos trabajos en su haber, tan solo destacaría The Last Tinker: City of Colors, del año 2014 para PS4, PC, Linux y Mac, el cual recopiló una buena ración de galardones. Aún siendo una empresa humilde y pequeña, los teutones han sabido trasladar perfectamente la jugabilidad de los juegos “tipo Commandos”; ya tuvimos apuestas parecidas con Desperados: Wanted Dead or Alive de Spellbound en el 2001, o también de ese mismo estudio, aquel Robin Hood: The Legend of Sherwood que nos trajeron un año después.

Los chicos de Mimimi dejan atrás opciones como el lejano oeste o la Segunda Guerra Mundial para ponernos de pleno en el Japón feudal, en concreto en la Era Edo, aproximadamente entre los años 1603 y 1868 (también conocido como periodo Takugawa). Vemos recreada de una manera súper detallada la batalla, los trabajos y las costumbres de aquella época, como también vimos en algunos de los films de Akira Kurosawa, como por ejemplo en «Los siete samurais», siendo con toda seguridad una de las fuentes de inspiración del equipo, además de muchas otras. Yo, que soy un loco total de toda esa cultura japonesa y su folklore, podéis imaginar mi cara al ponerme delante de los mandos de Shadow Tactics por primera vez, empezando por el arte conceptual que envuelve la obra, con esa brutal ilustración inicial de los cinco guerreros dibujados como con tinta azulada, y remarcando con un rojo profundo las manchas y salpicaduras de sangre, creación de Lucas Reiner, que consigue que cada ilustración del juego sea una auténtica obra de arte. El resto del diseño del juego está a la misma altura que el arte conceptual, con unos decorados plagados de detalles que podemos apreciar gracias al zoom del que disponemos, ya sea para alejar y tener un campo más amplio de visión o acercarlo para disfrutar de esos animalitos, trabajadores y edificios de los que los decorados hacen gala, un verdadero espectáculo visual. Por su parte, los sprites de nuestros personajes están cuidados con el mismo lujo de detalles, tanto los movimientos como los ropajes están perfectamente definidos y las animaciones, más en la línea de series de animación japonesa, son sorprendentes.

Hayato, es el nombre de nuestro primer héroe del que tomamos el control, el primer miembro de nuestro comando oriental en entrar en acción, con los ropajes característicos de un ninja y las habilidades típicas de esta estirpe de guerreros, desde lanzar shurikens (las famosas estrellas ninja arrojadizas) hasta saltar desde los tejados encima del enemigo dándole la muerte más brutal con su filo, la auténtica y genuina muerte desde el aire. Como veremos, cada personaje tiene varias habilidades especiales; y en especial la de Mugen, el samurai (el segundo héroe que conocemos en la trama), cuya habilidad a mí personalmente me ha fascinado y no me canso de activarla siempre que puedo, recreando perfectamente momentos clásicos del cine o el anime japonés, plasmando ese movimiento típico donde se lanzan mandobles con nuestra katana a la velocidad del rayo, rodeado de enemigos… para acabar envainando el arma mientras los cuerpos caen al unísono al suelo, sin vida. Éste es uno de mis personajes preferidos, un pedazo de guerrero enorme con la habilidad de llevar varios cuerpos y correr a la vez, además de la mentada especialidad, la de cortar a varios enemigos a la vez. Una pieza básica para cualquier batalla en la que nos enrolemos.

No tardan en siguientes misiones a presentarnos al resto del plantel: ese momento que abres una puerta llena de enemigos y alguien les vuela la cabeza disparando a lo lejos es de “pelos como escarpias”. Entra en acción el tercer jinete, Takuma, un viejo con un mapache (al cual utiliza como herramienta de atracción) que resulta ser un experto en explosivos… y francotirador, evocando esa retícula de nuestro puntero a pensar nostálgicamente en el francotirador de Commandos. El viejo Takuma y su mapache son una pieza indispensable y súper eficiente para nuestras misiones. Más tarde conocemos a la pequeña Yuki escondida entre unos matorrales, una guerrera de mente infantil pero muy letal con la combinación de sus trampas y su flauta para atraer al enemigo; su imagen de inocente nada tiene que ver con lo mortal que puede resultar en combate. Y Aiko, que es la última heroína de esta historia, es una experta en el disfraz, que no dudará en hacerse pasar por una geisha o una inocente mujer para distraer al enemigo. Va armada con unos polvos lacrimógenos que nos darán unos segundos perfectos para evitar ser vistos por los guardias mientras estos estornudan.

Todo este equipazo es el que tenemos a nuestra disposición en una trama digna de cualquier película japonesa que se precie. Lo que nos cuenta Shadow Tactics es la historia de un nuevo Shogun que, tras conseguir la paz y la unión en Japón después de una larga guerra, se percata de que un nuevo personaje, llamado Kage-sama, intenta interferir en el proceso de paz y poner nuevamente en peligro el destino de Japón. Para eso, el Shogun, encarga a Mugen, el samurai a su servicio, que localize a Kage-sama, contactando con cuatro guerreros que le den apoyo en las misiones que le ordena el Shogun. Toda esta historia va entrelazándose de tal manera que acaba con un giro final espectacular, con todos los alicientes de cualquier obra literaria o cinematográfica proveniente del país del sol naciente, incluido su toque trágico; así que, si queréis saber más de la historia, deberéis darle un buen tiento a este gran título.

La primera imagen que recibimos cuando entramos en el modo campaña es una visión isométrica, con un movimiento muy suave por todo el escenario cuando movemos el cursor hasta los límites de pantalla; se nos hace una pequeña explicación de la misión y, a partir de ahí, lo que te espera son todo sorpresas: escenas heroicas a más no poder, encuentros épicos con otros personajes, batallas en otro punto de la acción mientras tú llevas a cabo el plan urdido… En relación a esto, es muy destacable la opción de “Modo Sombra”, que consiste en programar las acciones de cada uno de los componentes de nuestro equipo con la idea de llevar a cabo acciones simultáneas, normalmente mortales, que con solo apretar un botón nos muestra todo el espectáculo de muerte que hacen nuestros personajes, siendo una gozada total, todo muy simple e intuitivo. Con esta opción han conseguido hacer disfrutar el doble de cada reto y tener que discurrir mucho más a la hora de llevar a cabo tu plan, ya que hay situaciones creadas para obligarnos a usar este modo, y lo cierto es que no cansa para nada y es disfrute absoluto. Otro punto importante y que vamos a usar muy a menudo es el salvado rápido; durante todo momento veremos un indicador con el último minuto desde la última vez que hemos guardado nuestra partida. Es algo que tienes que usar sí o sí, a no ser que seas un verdadero guerrero y no uses una de las mejores ayudas que te brinda el juego, el modo prueba-error. Sin eso, créeme que nos costará mucho avanzar.

La primera misión funciona un poco a modo de tutorial, donde no resulta excesivamente difícil hacerse con el control y con la aplicación de las armas y estrategias de nuestro grupo de protagonistas, y más si ya vienes de haber tenido contacto con algún otro juego de estrategia táctica en tiempo real. Es tremendamente original cómo se desarrollan las misiones, que una vez las finalizas, las tenemos disponibles para repetirlas siempre que quieras para conseguir los logros que al final te muestran, como por ejemplo, no matar a ningún enemigo con la katana, no haber sido detectado en ningún momento, y más de este tipo de características. Espectacular también es el movimiento y efectos visuales que vemos al cambiar el ángulo de visión; con un movimiento suave y claro le damos la vuelta al escenario a nuestro antojo para ver qué enemigos tenemos al otro lado de un muro o de una edificación. Lo que realmente quiero destacar haciendo especial énfasis es cómo en el modo campaña, gracias a un guión sencillo pero sólido y efectivo, nos vamos encontrando con el resto de personajes; la puesta en escena es de lo más heroico que te puedas imaginar.

En la ambientación, pieza clave es el sonido. Tenemos la opción de escuchar los diálogos en inglés o en japonés. Esta segunda opción te añade un punto más a la hora de meternos en la recreación de la era Edo. Los sonidos de katanazos, cortes, golpes, lanzamientos de estrellas ninja y demás, suenan a la perfección, como sacados de una película de ninjas de las buenas. La música es otro fuerte pilar del escenario, nos inspira a largo de todo el juego de manera muy dinámica, dando énfasis en cada momento de acción o tensión cuando estamos en plena incursión sigilosa, una auténtica maravilla de manos de Filippo Beck Peccoz, quién compone todo el apartado sonoro con ayuda de auténticos músicos japoneses a la hora de tocar, por ejemplo, el “Koto” (por Karin Nakagawa), ese instrumento de madera de 13 cuerdas que suena de esa forma tan típicamente oriental; y lo mismo con la flauta tradicional (de manos de Kazuyo Kuriya); juntos hacen una banda sonora épica, con esos tintes orientales que tan bien le quedan al juego y con unas melodías que incluso cuando dejamos la partida todavía resuenan en nuestra cabeza y no dejamos de tararear.

Concluyendo, Shadow Tactics: Blades of the Shogun es una de las mayores sorpresas que me he llevado en los últimos meses, y no tan sólo por remover recuerdos que flotan en nuestra mente y hacen refluir toda la nostalgia que eso conlleva, sino por la valentía que demuestra un estudio al revivir un género que para muchos ya creíamos obsoleto, y más hacerlo de una forma tan detallada y adictiva. Dejo constancia que la energía que transmite esta aventura es muy diferente a cualquier otro lanzamiento actual, o cualquier otro con más alardes técnicos y espectaculares, pero eso de sentarte frente a la pantalla y ver todo el escenario para ti, pensando en cómo asaltar una fortaleza, o cómo hacer una incursión sin ser visto… eso no tiene precio, es otro tipo de emoción. Todos los detalles, las músicas, las animaciones y sobretodo la historia de este título tienen un toque añejo, pero en conjunto consiguen un juego con unas mecánicas que, pese a ser las mismas que ya habíamos visto en otros títulos de estrategia táctica de hace años, siguen siendo mecánicas que funcionan a la perfección, y continúa enganchado como cualquier otro videojuego que demuestre más avances audiovisuales. En el caso que juegues con mando (opcional en PC y, claro está, imprescindible en consolas), cabe decir que cambia un poco la experiencia, pasando a usar el pad para mover a nuestro personaje en lugar del clásico modo con ratón, y lo convierte en algo no tan nostálgico quizás, pero igualmente disfrutable.

Sin duda alguna, si nunca probaste un juego de este género y no conocías este tipo de estrategia, Shadow Tactics es una de las mejores opciones para adentrarte en ese mundo, con una dificultad muy bien balanceada para todo tipo de jugadores. Pero si eres uno de esos adolescentes que crecieron bajo las órdenes de los soldados de Pyro, si formaste parte de los Commandos más jugados de aquella época, afila tu katana, ve trazando el plan más sigiloso que puedas y prepárate para un viaje al Japón de la era Edo, el viaje más divertido y emocionante de los que puedas encontrar en estos últimos tiempos.

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